Jamás se es demasiado viejo

LEA:  Génesis 18:1-15
¿Hay para Dios alguna cosa difícil? —Génesis 18:14

Las mujeres de la Casa Brown habían criado a sus familias y se habían jubilado de sus carreras. Ahora ya no podían vivir solas así que vinieron a la Casa Brown, como una especie de «última parada antes del cielo». Disfrutaban de la compañía mutua pero a menudo luchaban con sentimientos de inutilidad. Algunas veces incluso cuestionaban por qué Dios tardaba tanto en llevárselas al cielo.

Una de las mujeres, que había pasado años tocando el piano, a menudo tocaba himnos en el piano de la casa. Otras mujeres se le unían y juntas elevaban sus voces en alabanza a Dios.

Un día, un auditor gubernamental estaba llevando a cabo una inspección de rutina durante uno de los servicios religiosos espontáneos de estas mujeres. Cuando las escuchó cantar «¿Qué harás con Jesús?», el espíritu de Dios conmovió su corazón. Recordó la canción de su niñez y supo que había elegido dejar atrás a Jesús. Ese día, Dios le habló otra vez y le dio otra oportunidad para responder a la pregunta de manera diferente. Y lo hizo.

Al igual que las mujeres de la Casa Brown, Sara pensó que estaba demasiado vieja para ser usada por Dios (Génesis 18:11). Pero Dios le dio un hijo en su vejez, quien habría de ser el ancestro de Jesús (21:1-3; Mateo 1:2,17). Al igual que Sara y las mujeres de la Casa Brown, jamás somos demasiado viejos para ser usados por Dios. —

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