Muriendo a mí mismo

Una de las batallas más grandes que debe librar el creyente día a día es con él mismo, y el terreno de batalla es su propia mente, ya que hay dos naturalezas (el viejo hombre y la nueva criatura) luchando entre sí constantemente, buscando la manera de prevalecer la una sobre la otra. Debido al pecado heredado y a la naturaleza pecaminosa con la cual nacemos, nuestro viejo hombre siempre intentará ganar la batalla a como fuere posible. No obstante, Jehová Dios, por medio de las Escrituras, nos enseñará cómo vencer esa vieja naturaleza y prevalecer sobre ella. A través del Apóstol Pablo en su carta a los Filipenses, el Señor nos da ese secreto: “para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” (Filipenses 1:21 RVA-2015). Impactante, ¿no es así?.

Hay dos grandes aspectos a tener en cuenta en este versículo que hoy nos regala el Señor. El primero es VIVIR PARA CRISTO. ¿Qué quiere decir esto? Vivir para Cristo es vivir de cuerdo a los estatutos que Dios desea para nosotros y, en la Palabra, hay muchas citas que lo respaldan. Por ejemplo, cuando Moisés estaba apunto de morir, le dice a Josué la clave para tener una vida exitosa en el Señor: “Nunca dejes de leer el libro de la Ley; estúdialo de día y de noche, y ponlo en práctica, para que tengas éxito en todo lo que hagas” (Josué 1:8 TLA). Si Josué deseaba tener éxito en todo debía hacer dos cosas: uno, estudiar las Escrituras y meditar en ella y, dos, ponerlas en práctica, porque de nada le sirve al creyente conocer las Escrituras si su vida no se rige por los fundamentos que el Señor nos manda. El otro ejemplo está en el pasaje del joven rico (Mateo 19:16-26 RVR1960). Una de las cosas que más me sorprende de todo el pasaje es cuando el Señor Jesús le dice a este joven qué hacer para tener la vida eterna, guarda los mandamientos y es que el Señor Jesús no le pedía este joven que bastaba solo con conocer la ley, sino que pudiera vivir de cuerdo a esa misma ley, viviendo una vida apartada del pecado.

El segundo aspecto de nuestra reflexión es MORIR ES GANANCIA. Si algo tenía bien claro el Apóstol Pablo era que entre más rápido abandonara esta tierra, más rápido estaría con nuestro señor Jesucristo disfrutando del gran galardón: la vida eterna. Es por esto que, el creyente no debe tenerle miedo a la muerte, como muchas personas en el mundo, por el contrario, sabemos que al guardarnos y vivir una vida agradable para el Señor, obtendremos ese preciado regalo; tenemos claro que podemos morir físicamente, pero así mismo tenemos la certeza que disfrutaremos toda una eternidad con Aquel que dijo, “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25 RVR1960). ¿Ya ves porque el morir para nosotros es ganancia? El creyente debe siempre morir al viejo hombre, a esa naturaleza pecaminosa que propende por hacer el mal y dejar que el espíritu, que está en él, sea quien gane la batalla que libran estas dos naturalezas, guardándose y viviendo una vida agradable para Dios. Espero que este mensaje haya dejado una enseñanza importante para ti en este día. Si quieres ser de bendición, compártelo con alguien más. Dios te bendiga sobreabundantemente hoy y siempre.

Bajo la guía del Espíritu Santo,

Sergio Meza Padilla

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