PREDESTINADOS EN CRISTO

Predestinados en Cristo

Dios envió a su Hijo […] a fin de que fuéramos adoptados como hijos (Gálatas 4: 4, 5).

NO SOMOS predestinados individualmente, sino en forma corporativa por medio de Cristo. Si estamos en él, tenemos un destino seguro. Sin embargo, el apóstol Pablo se enfoca en algo específico cuando habla de la predestinación. Él dice que Dios «nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos» (Efe. 1:5). Nos predestinó para ser sus hijos adoptivos. La razón por la que el apóstol habla de adopción, es porque por causa del pecado dejamos de ser hijos de Dios. En realidad llegamos a ser hijos de otro, del Maligno. Pablo es el único autor de la Biblia que habla de adopción. Los hebreos no usaban esa idea. En realidad usaban otro concepto parecido, conocido como la ley del levirato. Esta decía que si un niño se quedaba huérfano, el pariente más cercano debía hacerse cargo de él. De este modo no tenían necesidad del concepto de la adopción. La adopción que conocemos en el mundo moderno nos viene de los romanos. Ellos la legislaron y le dieron la forma que tiene hoy en día.
Pablo dice que fuimos predestinados para ser adoptados en la familia de Dios mediante Cristo. Esto quiere decir que, desde antes de los tiempos de los siglos, Dios determinó que toda persona que no perteneciera a su familia, podía llegar a ser parte de ella si aceptaba a Cristo como Señor y Salvador. Nosotros, por causa del pecado, no pertenecíamos a su familia. Éramos miem­bros de la familia de Adán, quien entregó el dominio y poder a Satanás. De este modo dejamos de ser familia de Dios, para ser miembros de la familia de su enemigo. Pero la Divinidad en su misericordia y amor, estableció, mucho antes de que el pecado existiera, que podíamos cambiarnos de familia. Legisló que todos los que fueran de Cristo serían parte de su familia. ¡Qué bendición es el ser miembro de la familia de Cristo!

Que Dios te bendiga,

Noviembre, 30 2010

Somos herederos

En Cristo también fuimos hechos herederos, pues fuimos predestinados según el plan de aquel que hace todas las cosas conforme al designio de su voluntad (Efesios 1: 11).

SOMOS MIEMBROS de la familia de Dios mediante la adopción. El concepto romano de adopción brindó a Pablo la posibilidad de explicar cómo podemos volver a ser miembros de la familia de Dios cuando éramos miembros de la familia de Satanás.
Cuando un juez romano pronunciaba el veredicto de adopción, la persona adoptada llegaba a ser parte de la nueva familia con todos los privilegios y responsabilidades de la ley. La persona recibía el nombre de la nueva familia, y tenía el privilegio de recibir su herencia. El nuevo miembro de la familia era diferente de los demás solo desde el punto de vista genético, pero en la ley romana eso no contaba. El miembro adoptivo era miembro de la familia con todos los derechos, privilegios y obligaciones. Del mismo modo, cuando somos adoptados en la familia de Dios, llegamos a ser plenamente de su familia. Tan ciertamente Dios nos recibe en su familia, que recibimos herencia en ella. Dice el apóstol que «si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria» (Rom. 8: 17). «Y si ustedes pertenecen a Cristo, son […] herederos según la promesa» (Gal. 3: 29). «Así lo hizo para que, justificados por su gracia, llegáramos a ser herederos que abrigan la esperanza de recibir la vida eterna» (Tito 3:7).
Es sencillamente maravilloso que cuando éramos nada, cuando vivíamos sin Dios y sin esperanza en el mundo, cuando éramos por naturaleza hijos de ira, y nos revolcábamos en el fango del pecado y la miseria de este mundo, llegamos a ser herederos en la familia de Dios y coherederos con Cristo, a quien Dios hizo heredero de todo lo que existe.
¡Qué bendición ser adoptado en la familia de Dios y recibir una herencia imperecedera!

Que Dios te bendiga,

Diciembre, 01 2010

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