Comunicación con Dios

Y entró Moisés en medio de la nube y subió al monte; y estuvo Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches. Éxodo 24:18

¡Qué maravilloso privilegio fue para Moisés pasar cuarenta días con Dios! Estaba completamente solo con el Señor, pues Aarón y sus hijos y los cuarenta ancianos no fueron invitados a la inmediata presencia de Dios. La gloria del Señor, descrita  como “fuego devorador”, fue vista por todo el pueblo, sin embargo.

Antes que Moisés pudiera disfrutar de una comunión con Dios amoises-en-sinai.JPG solas, necesitó un periodo de preparación de seis días. También nosotros necesitamos preparar nuestras vidas antes de llegar a la presencia de Dios. La oración en privado es tan necesaria para el cristiano hoy como lo fue para Moisés en el monte Sinaí. La oración debe ser acompañada por meditación. Debemos no solamente hablarle a Dios, sino permitirle que él nos hable por medio de su palabra. Oración no es como se enseña en todos lados: hablar con Dios sino que es una comunicación con Dios, un ida y vuelta.

Un niñito estaba tratando de alcanzar en puntas de pie el timbre de una casa en una transitada calle de Londres. Pasó un hombre y, compadeciéndose del chico, lo levantó para que pudiera alcanzar el timbre. El pequeñuelo oprimió el botón y dijo: “¡Muy bien, señor, ahora escapemos!”

El chiquillo estaba entregado a un juego que por fin le traería problemas. Su juego nos recuerda lo que a veces hacemos en nuestras oraciones. Nos arrodillamos y extendemos la mano de la fe pidiéndole al Señor muchas cosas. Pero antes de que él pueda contestarnos, nos vamos de su presencia. Necesitamos dedicar tiempo para estar con el Señor en oración y permitirle que nos hable por medio de su palabra. Cuando nos comunicamos con Dios nuestras vidas obtienen un sentido y Dios nos guía por el buen camino. Anímate a pasar tiempo con nuestro Señor, sube a otro nivel y enamórate de Él.

El tiempo que Moisés pasó en el monte Sinaí también nos recuerda la obra de Jesús como nuestro Mediador. El ascendió al cielo, y un día volverá por su pueblo. Aunque el cielo pueda estar cubierto de nubes y nosotros podamos pensar que nuestras oraciones no ascienden más arriba que estas, podemos estar seguros de que nuestro Mediador escucha nuestras plegarias. Las señales de la segunda venida nos rodean por todas partes, recordándonos que muy pronto nuestro Hacedor regresará como Rey de reyes y Señor de señores.

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