DESTRUYE A TUS ENEMIGOS

Destruye a tus enemigos, Hazlos amigos

Habló Saúl a Jonatán su hijo, y a todos sus siervos, para que matasen a David; pero Jonatán, hijo de Saúl, amaba a David en gran manera. 1 Samuel 19:1¿Por qué Jonatán amaba a David y Saúl lo odiaba hasta el extremo de querer matarlo? ¿Cómo es posible que una misma persona unos la acepten y otros la rechacen? ¿Por qué para Jonatán David estaba en el grupo de los amigos, mientras que para el rey la misma persona estaba en el grupo de los enemigos?
Las relaciones entre los seres humanos producen dos grupos: amigos o enemigos. La distancia que hay entre las personas las clasifica como agradables o desagradables. Tomar tiempo para estar con alguien, escucharlo y conocerlo mejor es hacerlo aceptable.
Las personas se enamoran no tanto por los atractivos externos, sino por el conocimiento íntimo mutuo que obtienen cuando pasan mucho tiempo juntas. Incluso las guerras podrían evitarse si los habitantes del mundo se conocieran mejor. Es mucho más fácil amar a conocidos que a extraños. Es casi imposible destruir a quienes se conoce muy bien.
La geografía tiene mucho que ver con el amor y el odio. Acércate a tus enemigos. Hazlos amigos. Conócelos más de cerca, entiende sus motivos y descubrirás que son mejores de lo que piensas. Tu círculo de amigos se incrementará y el grupo de tus enemigos se terminará. No son las personas las que nos hacen sentir bien, sino lo que pensamos de ellas.
Hay más disposición a perdonar a las personas que conocemos mejor, y a ignorar, e, incluso, odiar, a aquellas con quienes la relación es mínima, casual o prácticamente nula. Hoy es un día excelente para aplicar tres principios que destruirán a tus enemigos.
En primer lugar, acorta la distancia y acércate a esa persona difícil de amar. Aproxímala más y más hacia ti. Es más fácil amar a quienes conoces de cerca. No permitas extraños en tu mundo.
En segundo lugar, menciona diariamente en tus oraciones, y de manera específica, a quienes encuentras desagradables. Pide bendiciones para ellos y para su familia. Puede ser que esas oraciones no cambien la manera de ser de ellos, pero, con toda seguridad, cambiarán la tuya.
En tercer lugar, nadie puede ser tu enemigo hasta que tú lo decidas. Nadie puede llevar ese título hasta que tú así lo determines.
Vete hoy a la cruz. Ella te recordará que Dios no tiene enemigos. Dios mató en la cruz «todas las enemistades» (Efe. 2:16) e hizo «la paz mediante la sangre de su cruz» (Col. 1:20).

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  1. noviembre

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