ES POSIBLE VENCER EL ODIO

Es posible vencer el odio

Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial. Mateo 6:14

¿Cómo puede una esposa perdonar a quien asesinó a su esposo? ¿Cómo puede alguien perdonar al calumniador que le hizo perder su trabajo? ¿Cómo puede una mujer perdonar a quien la dejó esperando en el altar y no cumplió su palabra de casarse con ella? ¿Cómo perdonar a quien le robó su pureza y echó por tierra sus sueños?
A veces parece imposible vencer el resentimiento, el odio y el deseo de venganza. Tratar de hacerlo solamente con el poder humano es imposible. A veces Dios nos deja perplejos. Parece que nos pide que hagamos algo imposible. Jesús enseñó a sus discípulos: «Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas» (Mat. 6:14-15). Dios nos perdona libremente, pero nos pide que seamos como él, y perdonemos de la misma manera.
La filosofía y el espíritu del mundo dicen que hay ofensas que no se pueden perdonar. Pero esa filosofía termina cuando Cristo entra en el corazón y cambia los sentimientos y la manera de pensar. Todas las cosas de la vida se mueven en otra dirección, conforme al sentir de una nueva vida en Cristo. Perdonar a quienes no podías perdonar es señal de que eres ciudadano del reino de Cristo y de que has comenzado a vivir una vida nueva. Es una señal de que has sido limpiado por la sangre de Jesús y de que eres guiado por el poder del Espíritu Santo.
¿Estás atado por las cadenas de un espíritu no perdonador? ¿Conservas el resentimiento por la ofensa que te hicieron? ¿Pensaste que el tiempo se encargaría de sanar tus heridas, de borrar las ofensas, pero no ha ocurrido así? Esaú guardó el odio hacia su hermano durante veinte años.
El tiempo no es la solución. Cristo es la solución. Acude a Jesús ahora mismo. Pídele que toque tu corazón y rompa las cadenas que te atan y no te permiten perdonar a tu prójimo, a tu hermano en la fe, a tu compañero de trabajo. El Señor promete ayudarte. Está ansioso por realizar un milagro en tu vida. Permítele que te dé un nuevo corazón.
He aquí su promesa: «Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne» (Eze. 36:26).

Examina tu corazón

Y si siete veces al día pecare y si siete veces volviere a ti diciendo: «Me arrepiento», perdónale. Lucas 17: 4

Si lees varias veces consecutivas este versículo, notarás que se vuelve complicado y difícil de entender. Pensarás que no sería muy fácil cumplir esta petición de Jesús. Imagínate lo que significa perdonar a una persona que te haya ofendido de la misma manera no dos o tres veces, sino siete veces, sobre todo si las ofensas se han recibido no en un lapso de un año, sino en un mismo día. En tal situación, parecería razonable justificar un espíritu no perdonador, pues hasta podría creerse que si se perdona esa cantidad de pecados, cometidos en un período de solo veinticuatro horas, ello equivaldría a una especie de convivencia con el mal. Sin embargo, Jesús ordena que, independientemente de la cantidad de pecados que la persona haya cometido o del tiempo empleado para cometerlos, si se arrepiente sinceramente, debe ser perdonada.
Algunos psicólogos afirman que el no recibir o dar el perdón está relacionado con desórdenes espirituales o emocionales que la persona experimenta. Es posible que tal afirmación sea verdadera. De una cosa sí podemos estar plenamente seguros: un espíritu no perdonador es un terreno fértil para una cosecha extraordinaria de hierbas malignas, como la amargura, el resentimiento y el espíritu de venganza. Además, daña nuestra relación con los demás.
Muchas veces, aunque creamos que hemos perdonado, somos traicionados por esa semilla de amargura. Aunque no lo percibamos, el espíritu no perdonador podría estar oculto en el corazón.
Hazte las siguientes preguntas para ver si necesitas perdonar a una persona.
• Allá en lo secreto de tu corazón, ¿esperas que alguien reciba “lo que merece”?
• ¿Encuentras imposible dar las gracias a Dios por tu ofensor?
• ¿Hablas negativamente de esa persona a otros?
• ¿Disfrutas pensando en vengarte, aunque no lo lleves a cabo?
• ¿Frecuentemente te enojas, te amargas o te deprimes?
• ¿Encuentras difícil ser abierto y confiar en las personas?
• ¿Culpas a las personas por la clase de conducta que manifiestan?
• ¿Qué sientes cuando al que te ofendió le suceden cosas buenas?
• ¿Dedicas tiempo a pensar en lo que esa persona te hizo? Piensa hoy en esto: Si Dios examina tu corazón, ¿qué encontrará?Dios te bendiga; Marzo, 30 2009¡Jehová va a cambiar tu historia hoy aqui!Si tienes un pedido de oración envíalo a cieloestrellaazul@hotmail.com 

Oramos  por ti, y tu pedido de oracion

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