Fe y acción

Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá. Romanos 1:17.

La fe no es solo un asentimiento intelectual a verdades. Tampoco es un poder mental que realiza cosas prodigiosas. Pero, aunque no es ni una ni otra cosa, la fe auténtica es dinámica; entra en acción. No se queda de brazos cruzados ante las circunstancias de la vida; no observa pasivamente lo que sucede a su alrededor.


En cierta ocasión, Jesús manifestó a unos ciegos: “Conforme a vuestra fe os sea hecho”. En esta declaración, Jesús estaba relacionando la fe con la acción. Los grandes milagros registrados en la Biblia son demostraciones extraordinarias de fe.
La conversión también es un milagro de fe; y la vida cristiana es una vida de fe. San Pablo lo dijo: “el justo vivirá por la fe”.


Con el fin de que este asunto quede claro, pensemos acerca de la fe en tér­minos de confianza. Si tú confías en alguien, no te quedas quieto, mirándolo de lejos: vas con esa persona, no temes; sabes que, si te lleva por la izquierda, es lo mejor para ti. La conoces, y sabes que sería incapaz de provocarte mal. Y, muchas veces, aunque las cosas no salgan como a ti te gustaría, continúas confiando en ella.


Pero, esta actitud de obediencia y de confianza no es la actitud servil de un esclavo hacia el patrón, sino la actitud segura del hijo hacia el padre, entre quienes existe una relación maravillosa de compañerismo y de amor.


La fe es indispensable para la vida.
El apóstol Pablo, refiriéndose al pue­blo de Israel, menciona que ellos fueron quebrados por su incredulidad. La incredulidad es lo contrario de la fe. La tragedia de Israel fue su incapacidad de confiar. Habían visto tantos milagros en su trayecto a través del desierto; pero de nada les sirvió todo eso. Endurecieron el corazón; no fueron capaces de confiar. Y cuando una persona no confía, se desintegra interiormente. No es feliz, vive una experiencia permanente de temor y de duda. Por eso, la fe es indispensable para la vida.


Haz de este un día de fe. Sal del barco de tus realidades y pisa el mar tur­bulento, porque no estás solo. El Señor Jesucristo está contigo y, con él, nada ni nadie será capaz de derrotarte. “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá”.


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