Recompensas de verdad

LEA:  Mateo 5:3-12
Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. —Mateo 5:3
Una vez consideré las Bienaventuranzas en Mateo 5:3-12 como una especie de concesión que Jesús les daba a los infortunados: «Bueno, ya que no son ricos y están mal de salud y sus rostros están bañados de lágrimas, les voy a lanzar unas cuantas frases bonitas para hacerles sentir mejor».

Pero, a diferencia de los reyes medievales que lanzaban monedas a las masas, Jesús tuvo la ventaja de exhibir recompensas reales ante Sus espectadores. Aquel que vino del cielo sabía bien que el botín del Reino de los cielos fácilmente serviría de consuelo a cualquier miseria que encontráramos aquí en la tierra.

El énfasis en las recompensas futuras ha pasado de moda entre muchos cristianos. Mi antiguo pastor, Hill Leslie, solía decir esto: «A medida que las iglesias se hacen más ricas y exitosas, es menos probable que canten ‘Este mundo no es mi hogar, sólo estoy de paso’ y más probable que entonen ‘Este es el mundo de mi Padre’».

No anulemos el valor de la esperanza en las recompensas futuras. Sólo hay que escuchar los cánticos compuestos por esclavos norteamericanos para darnos cuenta de este consuelo de fe. «Desciende, dulce carro, que vienes para llevarme al hogar». «Nadie sabe de las tribulaciones que vi, nadie sino Jesús».

Con el tiempo he aprendido a respetar e incluso a anhelar las recompensas que Jesús ha prometido.

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  1. joselo

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