OPTIMISMO

Optimismo

Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos.
Números 13:30.

Caleb era optimista; un santo optimista. Un hombre con una extraordinaria visión de futuro El optimismo de Caleb se basaba en su confianza
en las promesas divinas, El optimismo está relacionado con la responsabilidad que asumes, o no, ante las circunstancias. Es decir, te haces y aceptas ser el responsable por lo que te sucede, y entonces te preguntas qué es lo que puedes hacer, con la ayuda de Dios a fin de mejorar o cambiar la situación presente de las cosas.
Ese era el caso de Caleb. El pueblo estaba dominado por el miedo: el enemigo era poderoso; una comparación del armamento de ambos demostraba que Israel no tenía la mínima condición de enfrentar a los cananeos. Pero Caleb veía algo que los demás no veían: su confianza radicaba en las promesas de un Dios que no conoce derrota.
El optimista es un hombre lleno de confianza en Dios; por el contrario, el pesimista se siente impotente frente al mundo o, incluso, frente a sí mismo, y espera a que las circunstancias externas cambien, para hacer alguna cosa.
La confianza en Dios llevaba a Caleb a reconocerse como causa cambiante de todo lo que lo rodeaba mientras el pueblo, temeroso y pesimista, se sentía el resultado de las causas exteriores.
Mientras vivas en este mundo, los desafíos y las circunstancias difíciles siempre estarán delante en tí; No existe jornada alfombrada solo de flores. Dios jamás prometió a sus hijos que los libraría de los problemas: lo que les prometió es que, en los momentos difíciles, él estaría con ellos, sosteniéndoles frente a los embates de la vida.
Con estos pensamientos en la mente y en el corazón, empieza este nuevo día. No importa las barreras que encuentres delante de ti. El enemigo puede ser poderoso y armado hasta los dientes. Desde la lógica humana, es posible que tú no tengas la mínima posibilidad de vencer. Pero enfrenta tus desafíos usando la lógica divina. Confía en el Señor y, como Caleb, di: “Subamos luego, y tomemos posesión de ella ¡porque más podremos nosotros que ellos!”.

¡Toma tu bandera!

Los hijos de Israel acamparán, cada uno en su campamento, y cada uno junto a su bandera, por sus ejércitos. Números 1:5.

Julián tenía enormes tatuajes en el cuerpo: espaldas, pecho y brazos exhibían dibujos extraños. Su vida pasada había estado relacionada con el mundo del rock y de las drogas. Un día, se dejó encontrar por Jesús, y todo cambió: su desesperado corazón que, en otros tiempos, loco y vacío, buscaba un sentido para la vida, encontró la paz y el descanso que Jesús ofrece.
Cierto día, se acercó a mí, avergonzado. Sus ojos brillaban con intensidad. Quería decir algo, pero no sabía cómo empezar. En pocos minutos, me di cuenta de que la causa de su perturbación era los tatuajes.
-Cada vez que veo estos dibujos horribles me acuerdo de mi pasado. ¡Como me gustaría que Dios me diese una piel nueva! -se lamentó.
-Olvídate de tu piel -le aconsejé-. Dios ya te dio un nuevo corazón. Eso es lo que importa.
Con frecuencia, encuentro personas como Julián, atormentadas por los recuerdos del pasado. En otros tiempos, acampaban en territorio enemigo y portaban la bandera de la destrucción. Nada pueden hacer hoy para borrar los recuerdos de aquella triste época; forman parte de su historia. Vivir el presente es aprender a convivir con el pasado. La conversión no provoca amnesia; los recuerdos son las raíces de cada ser humano.
Lo que realmente vale es el presente, y el maravilloso futuro que Dios tiene para ti. Has nacido de nuevo; tienes nuevos valores, principios, y una nueva filosofía de vida. Perteneces al campamento de “Israel”. Entonces, ¡levanta la bandera de Jesús! ¡Ocupa tu puesto!
Cada día es día de nuevas oportunidades. Los errores de ayer ya fueron cometidos; pero, si aceptaste a Jesús como tu Salvador, y si se los confesaste, también ya fueron perdonados.
¡Vive por Jesús! Hay mucha gente que murió por Cristo; son los mártires de la historia cristiana. Hoy, Jesús no espera de ti que seas despedazado por los leones, en defensa de tu fe; no te pide que seas quemado vivo por tus principios. Lo único que espera es que vivas y revivas los nuevos valores que recibiste de él, porque “los hijos de Israel acamparán, cada uno en su campamento, y cada uno junto a su bandera, por sus ejércitos”.

Que Dios te bendiga,

Enero, 13 2011

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