MIRANDO LAS COSAS ETERNAS

No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven, pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.

No tenemos aquí ciudad permanente.   

Sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos.

No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el Reino.

Por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas.

Allí dejan de perturbar los malvados,  y allí descansan los que perdieron sus fuerzas.

Asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia.

Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto ni clamor ni dolor, porque las primeras cosas ya pasaron.

Tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.

Pues esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria.

II Co. 4:18  Heb.13:14; 10:34  Lc.12:32  I P.1:6  Job.3:17  II Co.5:4  Ap-21:4  Ro.8:18  II Co.5:17

 

   

 

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