Yo tengo la razón; tú, no

Mi amiga Ría admira el asombroso despliegue de 1,80 metros de las alas de la gran garza azul, y se maravilla ante su majestuosa apariencia. Ella les da la bienvenida a estas aves al verlas planear para aterrizar en una pequeña isla en medio de la laguna cerca de su hogar.

Ahora bien, yo puedo apreciar que la garza sea una criatura maravillosa y única. ¡Pero jamás quiero verla en el jardín posterior de mi casa! Eso se debe a que yo sé que no se quedará allí tan sólo para admirar el jardín. No, ¡esta versión emplumada de una persona non grata (alguien que no es bienvenido), que no es precisamente delicada, estará hurgando en nuestra laguna para pescar su cena!

Entonces, ¿tengo yo la razón? ¿O la tiene Ría? ¿Por qué no podemos estar de acuerdo? Las diferentes personalidades, historias o conocimientos pueden matizar las opiniones de las personas. No significa que una persona está en lo correcto y la otra está equivocada, pero algunas veces podemos ser poco amables, rígidos y sentenciosos si no hay un acuerdo. No estoy hablando acerca del pecado, sino tan sólo de una diferencia de opinión o perspectiva. Necesitamos tener cuidado al juzgar los pensamientos, motivos y acciones de los demás porque nosotros también deseamos que se nos dé el beneficio de la duda (Lucas 6:37).

¿Podemos aprender de alguien que ve las cosas desde una perspectiva distinta? ¿necesitamos practicar un poquito de paciencia y amor? Estoy enormemente agradecida de que Dios sea abundantemente paciente y amoroso conmigo.

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