Dos viajes por nuestros ríos

«He recorrido toda la selva de América: Amazonas, Mato Grosso, Orinoco, El Chaco —cuenta Mario Kreutzberger, el mundialmente conocido animador de Sábado Gigante en su autobiografía titulada Don Francisco entre la espada y la TV—. La primera vez que fui a la amazonia —el pulmón más grande de la Tierra— aprendí que los que no estamos habituados a ella miramos mucho y vemos poco. Me lo demostró el conductor que nos guiaba en un viaje de una semana por el caudaloso y gran río Amazonas, desde Iquitos al trapecio de Leticia.

»—La gente por lo general cree que ve, pero no es así —me dijo—. ¿Ve esa rama, Don Francisco?

»—Sí, claro que la veo —respondí.

»El guía le tiró una piedra y la rama se puso en movimiento. Era un “palote”, como le llaman en algunos lugares a este insecto….

»En [otro viaje,] de visita a los indios nobes en una zona selvática que sólo ellos habitan [en el] interior de Panamá, navegábamos por un torrentoso río, aguas arriba, en un pequeño bote a motor, cuando se desató sobre nosotros una gran tormenta y el nivel de las aguas creció peligrosamente y muy rápido. La pericia y experiencia del botero nobe nos salvaron de naufragar. Llegamos a su recinto donde nos esperaban decenas de niños, todos agitando sus manitas como saludo, y con el agua hasta más arriba de sus rodillas….

»Habíamos llegado ahí para entrevistar al rey de la tribu, que nos recibió entusiasmado, saludándonos desde su trono. Estábamos en lo mejor de la conversación cuando, acomodándome para alcanzarlo con el micrófono, pisé una tabla que se quebró, desmoronó el trono y dio con el rey y su aparataje en el suelo. Me asusté pensando en las consecuencias del porrazo, pero con gran sentido del humor, el rey se levantó diciéndonos que no nos preocupáramos. Repuesto todo en su sitio, reímos un poco y terminamos la entrevista para regresar a la civilización.»1

Así termina de contarnos Don Francisco acerca de dos de sus aventuras en nuestros ríos. Con relación al viaje que hizo por el Amazonas, conviene aclarar que aquel «insecto palo» que los chilenos llaman «palote», debido a que tiene forma de ramita, pasa inadvertido para muchos depredadores, que lo confunden con la vegetación sobre la que habita y de la que se alimenta.2

Por otra parte, el cuasi-naufragio de Don Francisco en aquel torrentoso río panameño nos recuerda lo precaria que es nuestra vida y por eso lo importante que es tener a un experto conductor capaz de llevarnos sanos y salvos a nuestro destino final. Más vale que reconozcamos que el único Conductor que tiene la experiencia necesaria para salvarnos de naufragar es Jesucristo, el Hijo de Dios. Porque si lo confundimos con cualquier otro guía, señor o maestro, entonces en el Juicio del Gran Trono Blanco Él, como Rey de reyes, se verá obligado a decirnos: «¡Apártate de mí! ¡Tú no me conociste, y yo jamás te conocí!» En cambio, si lo reconocemos como el que nos salvó de las aguas contaminadas de pecado y nos perdonó de una vez y para siempre, entonces Él con gusto nos dirá: «¡Ven! ¡Disfruta del reino preparado para ti desde la creación del mundo!»3

Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net


1Mario Kreutzberger Blumenfeld, Don Francisco entre la espada y la TV (México, D.F.: Editorial Grijalbo, 2001), pp. 313-14.
2Wikipedia, s.v. «Phasmatodea» <https://es.wikipedia.org/wiki/Phasmatodea> En línea 21 septiembre 2016.
3Sal 48:14; Is 48:17; 58:11; Mt 6:24; 7:23; 8:23-27; 25:34; Mr 4:35-41; Lc 8:22-25; 16:13; Jn 14:6; Ro 14:10-12; 1Ti 6:15; Stg 4:13-14; Ap 17:14; 19:16; 20:11-15

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