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(Aniversario de la Refundación de El Deber)

Desde su fundación el 10 de junio de 1953 en Santa Cruz de la Sierra por el jurista Lucas Saucedo Sevilla, El Deber, Diario Mayor de Bolivia, se dedicó a publicar las cosas importantes que iban sucediendo en el país. En aquel entonces se distribuía solamente dos días a la semana. Pero luego de desaparecer «por fuerza mayor» en noviembre de 1959, reapareció «por esfuerzo mayor» el 11 de febrero de 1965, más de cuatro años después del silencio sepulcral al que había sido condenado.1

En una entrevista que se le hizo cincuenta y tres años más tarde, doña Rosa Jordán de Rivero, viuda de don Pedro Rivero Mercado, cuenta cómo es que El Deber volvió a la vida pública:

«[Pedro y yo] nos casamos el 21 de febrero de 1953. Luego insté a Pedro a que [continuara] estudiando y que no se [quedara solamente] con la licenciatura…. Solicité unos expedientes para que [estudiara] y [rindiera] su examen de corte… [y] se tituló como abogado, [pero] no ejerció la profesión porque… a Pedro lo que le gustaba era escribir. Entonces le dije: “¿Por qué no intentás reactivar ese periódico? Hablá con tu primo hermano y solicitale que te venda el nombre”. Habló con su pariente, y le compramos el nombre del periódico en Bs 1.450 [pesos bolivianos].

»Así reapareció El Deber…. Nos animamos a lanzarlo y a luchar contra la competencia. Iniciamos de cero, con 800 números. La base principal era tener buenos vendedores, los canillitas, [que] fueron nuestros grandes aliados. Mis hijos mayores tenían doce y trece años. A las cinco de la mañana, Willy (Guillermo) y Choco (Pedro), antes de ir al colegio, ponían su fajo en su bicicleta e iban a distribuir a los vendedores…. [A las seis de la mañana yo les daba desayuno a los canillitas:] api o café con panes o empanadas. Con eso me los gané, y [llegamos a tener] muchos vendedores.»

A la pregunta: «¿Qué papel desempeñaba usted en El Deber?», doña Rosita responde: «Administradora, vendedora de avisos, atendía a los voceadores y era la secretaria de Pedro…. Aprendí a atender personalmente a los clientes.

»Pedro tenía una agenda muy apretada, porque yo le hacía contactos con autoridades y empresarios, del país y del extranjero. Con el tiempo… nos convertimos en un referente del periodismo en el país y fuera de él, gracias a que se hace periodismo independiente…. Yo también sugería sectores para ganar audiencia, atendiendo lo que proponían los lectores a través de cartas o viendo las necesidades de la población.»2

Con semejante pareja al frente, era natural que El Deber triunfara a lo largo de la segunda época de su existencia. Pero conste que era sobrenatural el apoyo que recibieron de la mano de Dios, a quien los dos atribuyeron en gran parte el éxito que tuvieron, con palabras de gratitud como estas que expresaron en sus Bodas de Oro:

«Gracias a Dios… porque hizo posible que nos ganáramos el pan con el sudor de la frente… porque nos sometió a duras pruebas, nos facilitó las armas para superarlas sin soberbia… [y] nos permitió levantarnos de todas nuestras caídas.»3

Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
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