Puentes culturales

(Día de las Naciones Unidas)

De Piedras Negras, México, «en busca de escuela, nos trasladamos una temporada a la vecina Eagle Pass [en los Estados Unidos] o, como decían en casa,… “El Paso del Águila”.

»El río se cruzaba en balsas. Avanzaban éstas por medio de poleas deslizadas sobre un cable tendido de una a otra ribera…. Para el tráfico ligero había esquifes de remo. Estando nosotros en Eagle Pass, presenciamos la inauguración del puente internacional para peatones y carruajes…. Los habitantes de las dos ciudades se congregaron cada cual en su propio extremo del nuevo viaducto. Las comitivas oficiales partieron de su territorio para encontrarse a medio río, estrecharse las manos y cortar las cintas simbólicas que rompían barreras y dejaban libre el paso entre las dos naciones. No eran tiempos de espionaje oficial y pasaportes. El tránsito costaba una moneda para la empresa del puente, y los guardas de ambas aduanas se limitaban a revisar los bultos sin inquirir la identidad de los transeúntes…. El pueblo se mantuvo reservado. Ni los de Piedras Negras pasaron en grupos al “Paso del Águila”, ni los de Eagle Pass se aventuraron a cruzar hacia la tierra de los greasers. En aquella época, cuando bajaba el agua del río en ocasión de las sequías que estrechan el cauce, librábanse verdaderos combates a honda entre el populacho de las villas ribereñas. El odio de raza, los recuerdos del cuarenta y siete, mantenían el rencor. Sin motivo, y sólo por el grito de greasers o de “gringos”, solían producirse choques sangrientos.»1

En estas reminiscencias de su infancia, el brillante escritor mexicano José Vasconcelos, en su autobiografía titulada Ulises criollo, nos inquieta con el recuerdo de los prejuicios que heredamos de la cultura occidental del siglo diecinueve.2 Pero lo que más debiera desconcertarnos es la realidad de que en más de un siglo que ha pasado no hemos logrado derribar por completo esas barreras del odio y de los prejuicios raciales que nos dividen.

Esto se debe a que le hemos dado más importancia a la construcción de puentes materiales que a la de puentes culturales, que hay que construir en el corazón. Como el único Ingeniero espiritual capaz de construir esa clase de puente es Dios nuestro Creador, más vale que le roguemos que se disponga a inaugurar en nuestro corazón un puente que rompa toda barrera. Tan pronto como cortemos la cinta simbólica del pecado que nos separa de Él,3 Dios nos quitará todo afán de exigir la identidad de los que transiten por ese puente nuestro, dejando así el paso libre entre nosotros y todos nuestros semejantes, y nos permitirá cruzar hacia la Tierra Prometida con su salvoconducto divino.

Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net


1José Vasconcelos, Textos: Una antología general (México: SEP/UNAM, 1982), pp. 14‑15.
2Ibíd. (José Joaquín Blanco: Prólogo), p. 2.
3Ro 3:23; Col 1:21; Ef 2:11-22

Un Mensaje a la Conciencia

Comparte:
Palabras claves:,


Dejar comentario

Your email address will not be published. Required fields are marked *