«Como los novios de Hornachuelos»
Imagen por alain01789
Se supone que sucedió en el pueblo cordobés de Hornachuelos, inmortalizado por Lope de Vega cuando tomó la anécdota como argumento de una comedia suya a la que tituló precisamente Los novios de Hornachuelos.
Al parecer, felizmente dos familias estaban de acuerdo en que se casaran los hijos primogénitos de cada una; pero tristemente, como comúnmente sucedía hasta bien entrado el siglo diecinueve, los padres concertaron el matrimonio sin que se conocieran los novios. Cuando al fin llegó el momento en que los dos se vieron por primera vez, cada cual se sintió tan disgustado con su pareja obligada que se negaron a casarse. La novia estaba tan inconforme que no se abstuvo de manifestar airada que aquel novio que le habían buscado era feo como él solo. Menos mal para ella que el novio estaba igual de inconforme. Él declaraba que en toda su vida no había visto una mujer tan horrible. De ahí que comenzara a decirse popularmente, a modo de refrán: Como los novios de Hornachuelos, a cada cual más feos, y también: Como los novios de Hornachuelos, que él lloraba por no llevarla, y ella por no ir con él.1
Gracias al ingenio de autores como Lope de Vega, quien supo cómo criticar a la sociedad del Siglo de Oro español en que vivió al sazonar con un excepcional sentido del humor sus centenares de comedias sobre temas sociales, en el transcurso de los últimos cuatro siglos hemos podido apreciar avances considerables en el trato que reciben las mujeres y las niñas. Con todo, aún nos queda mucho camino por recorrer. Así como en aquel entonces el establecer relaciones económicas beneficiosas era mucho más importante que considerar el amor de los novios, en el siglo veintiuno aún rige Don Dinero, sólo que no como «poderoso caballero» sino como «poderoso villano», comprobado por el creciente número de víctimas del tráfico sexual que prolifera en todo el mundo.
Para quienes piensan que, al parecer, a Dios poco le importa este flagelo que está azotando a la humanidad, más vale que observen cómo lo describe uno de los autores bíblicos que llegó a conocer su corazón tal vez mejor que cualquier otro personaje de la historia: «¿Quién como tú, Señor? —exclama el salmista David—. Tú libras de los poderosos a los pobres; a los pobres y necesitados libras de aquellos que los explotan.»2
Quiera Dios que quienes nos consideramos hijos suyos nos dediquemos a la urgente tarea de representarlo aquí en la tierra como embajadores del cielo, haciendo todo lo posible por rescatar de las garras de esos mercenarios depravados a las víctimas que han cobrado, y librarlas en el nombre de su Hijo Jesucristo. Cada una de ellas es una persona inocente por la que Cristo dio su vida en la cruz del Calvario.
Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net
1 | José Calles Vales y Belén Bermejo Meléndez, Dichos y frases hechas (Madrid: Editorial LIBSA, 2000), pp. 105-6; Gregorio Doval, Del hecho al dicho (Madrid: Ediciones del Prado, 1995), pp. 209-10. |
2 | Sal 35:10 |