«La Mañosa»
Imagen por garon.ch
(Víspera del Natalicio de Juan Bosch)
«A Río Verde llegó padre un día con una mulita nueva…. Era un animalito vivo, inquieto, casi todo cabeza, que movía nerviosamente las orejas y el rabo cuando le molestaba algún ruido. El vecindario entero desfiló por casa para verla —cuenta el escritor y expresidente dominicano Juan Bosch en su clásica novela titulada La Mañosa —…. Padre… le acariciaba el anca mientras la mulita temblaba de miedo bajo su mano.
»Era oscura como la hoja seca de cacao…. Tenía la mirada inteligente y cariñosa; las patas finas y seguras; las pezuñas menudas, redondas, negras y duras. Todo en ella era vistoso y simpático….
»Como se crió entre nosotros, soportó pacientemente el primer contacto con la realidad: la aparejaron, la ensillaron luego… pero… ¡cómo pateó, se resistió, tiró mordiscos y corcoveó cuando la quisieron enfrenar! La asustaba el tintineo de los hierros y correteaba enloquecida entre las flores, que [la] desgarraban con las espinas, entre las pilas del cacao, cuyos granos saltaban como chispas…. Espumeaba por la boca, mientras los ojos parecían salírsele a saltos.
»—¡Ah, mañosa! —gritaba padre—. ¡Ah, mañosa!
»… Volvió a medio día, sudado y rojo y fatigado. No sé cuántos días duró la lucha entre el hombre y la bestezuela. Sólo sé que cuando se acostumbró al freno ya tenía nombre: la Mañosa. Y que… fue para nosotros como el de alguien de la familia.
» Para el tiempo en que llegamos al Pino la Mañosa era ya imprescindible —sigue narrando Bosch—. En ella hacía padre los viajes de negocios y los viajes veloces al pueblo, en busca de medicinas, de ropas o de cartas.
»Mero… la quería entrañablemente…. La acariciaba, le hablaba como a persona… [y] confesaba que, entre comprarle creolina al animal o esencia a la novia, prefería lo primero si el dinero no le alcanzaba para las dos cosas….
»—Digo yo que como la Mañosa no hay otra —[sostenía] Mero—. De día y de noche, en loma y en tierra llana, no hay apuros con ella.
»Padre remachaba:
»—¿Mi mula? Por todos los cuartos del mundo no la doy…. Le tengo cariño, como si fuera persona.»
»—¿Cariño? [—replicó Mero—]… A mi mujer le he dicho que no quiero perros en casa, porque a la hora de morirse me dan más pena que si fueran cristianos.»1
Aquí cabe señalar que Mero se refiere a «cristianos» con el antiguo sentido tradicional de «personas» a diferencia de «animales». Pero lo que más vale resaltar es que, a la inversa de Padre y Mero, que querían a la Mañosa entrañablemente «como si fuera persona», Dios siempre nos ha tenido cariño a nosotros como personas con tendencias «mañosas» a quienes creó y dio dominio sobre el reino animal!2 Su amor es tan entrañable que envió a su Hijo Jesucristo para morir en nuestro lugar y así salvarnos de la condenación por la «maña» del pecado.3 Correspondamos a ese amor divino formando parte de su familia como «cristianos» en el sentido estricto de la palabra, es decir, como verdaderos seguidores de Cristo.
Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
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1 | Juan Bosch, La Mañosa, Estudio, cronología, notas y variantes por Guillermo Piña-Contreras (Santo Domingo: Industrias Banilejas, 2004), pp. 73-77. |
2 | Gn 1:24-28 |
3 | Jn 3:16 |