COMO DIAMANTES EN LAS MANOS DE DIOS
COMO DIAMANTE EN LAS MANOS DEL SEÑOR
Prov. 11: 16 “La Mujer agraciada tendrá honra y los fuertes tendrán fuerza”
Mateo 5:9 “Bienaventurados los pacficadores porque ellos serán llamados hijos de Dios”
Vivimos en un mundo que da mucha importancia a la belleza, al poder y a la riqueza, que valoriza más a aquellos que poseen esos tributos. Sin embargo esas no son características exclusivas de nuestro círculo cristiano. En la historia podemos encontrar biografías de diversas personalidades en diferentes épocas que en su lucha por conquistar esos valores, transitaron por caminos que les proporcionaron alegrías, pero también tristezas y muchas tragedias.
En esta mañana recordamos una de esas historias vividas por tres personajes con una personalidad singular. Juntos vivieron un juego de poder, orgullo, odio y egoísmo. Tres personas con tres trayectorias distintas, pero entrelazadas. No se trata de ficción, sino de una historia bíblica que se encuentra en el Antiguo Testamento. Hoy tenemos la historia real de un diamante y una piedra bruta. Un diamante que se dejó pulir por Dios y una piedra bruta que no aceptó ser cincelada.
LOS PROTAGONISTAS
1 Samuel 25: 2-3 “Y en Maón había un hombre que tenía su hacienda en Carmel, el cual era muy rico, y tenía tres mil ovejas y mil cabras. Y aconteció que estaba esquilando sus ovejas en Carmel. Y aquél varón se llamaba Nabal, y su mujer, Abigail. Era aquella mujer de buen entendimiento y de hermosa apariencia, pero el hombre era duro y de malas obras; y era del linaje de Caleb”
No sabemos cuáles fueron las circunstancias que llevaron a Abigail, una mujer devota, hermosa y de buen entendimiento, a casarse con Nabal, un hombre que vivía apartado de Dios a pesar de ser descendiente de Caleb. Lo que podemos afirmar es que las jóvenes de aquél tiempo se casaban con un hombre escogido por su padre o por medio de pactos familiares.
Abigail era muy preciosa para sus padres, y su nombre significa “motivo de alegría” o “mi padre está feliz”. Como los nombres de aquella época revelaban la experiencia del nacimiento del hijo o lo que se deseaba para su futuro, podemos deducir que los padres de Abigail se alegraron mucho con su llegada y soñaban con lo mejor para su hija. Por lo tanto creyeron que ese hombre rico, Nabal, sería un buen marido para ella. Sin embargo Nabal usó su poder y su riqueza para esconder la pobreza de su carácter, con el correr del tiempo y la convivencia reveló ser un insensato, rudo y malo. Por mucho tiempo Abigail convivió con ese hombre.
En los versículos subsiguientes que narran el resto de la historia, percibimos que la hermosura externa de esa mujer quedaba inclusive opacada por su belleza interior. Las virtudes de su carácter brillaban como un diamante pulido, haciendo de Abigail mucho más rica y honrada que su propio marido en toda su opulencia.
CONTEXTO
Samuel, el gran profeta de Israel, acababa de morir, y la nación comenzaba a sentir la ausencia de aquél que siempre había transmitido un sentimiento se seguridad al pueblo. David también sufrió mucho. Imposibilitado de ir al sepelio del patriarca, debido a que era perseguido por el rey, lloró como un hijo que había perdido a su padre. Su inseguridad con relación a Saúl era mayor ahora, así aprovechó ese momento en que el rey estaba concentrado en los lamentos y en el funeral de Samuel para huir en busca de un lugar más seguro, el desierto de Pará.
Durante el periodo en que estuvo allí, el nuevo ungido del Señor y sus seiscientos hombres protegían a los hacendados de la región contra los ataques de bandidos o beduinos.
Nabal era uno de los beneficiados, y esa protección tan eficiente que sus siervos afirmaron, lo encontramos en 1 Samuel 25: 16 “Muro fueron para nosotros de día y de noche, todos los días que hemos estado con ellos apacentando las ovejas”.
El tiempo pasó rápidamente y llegó el periodo final de la cosecha. Era el momento de recoger y distrutar de los frutos del trabajo. Los siervos de Nabal estaban festejando cuando David envió diez de sus hombres en una misión de paz y de buena relación. El poderoso guerrero solicitó también al rico hacendado algo de su abundancia para atender las necesidades de sus hombres, los mismos que habían protegido a Nabal y consecuentemente lo habían ayudado a enriquecerse.
En una actitud insensata, egoísta y tonta, que bien corresponde al significado de su nombre, Nabal fingió que nunca había oído hablar de David y trató a sus siervos como fugitivos. En 1 Samuel 25: 10-11 “Y Nabal respondió a los jóvenes enviados por David, y dijo ¿Quién es David y quién es el hijo de Isaí? Muchos siervos hay hoy que huyen desus señores ¿He de tomar yo ahora mi pan, mi agua y la carne que he preparado para mis esquiladores, y darla a hombres que no se de dónde son?
Los siervos quedaron decepcionados con tamaña insolencia. Ellos volvieron rápidamente y le contaron lo ocurrido a David, quién se llenó de indignación.
Fue por indignación y también por miedo la reacción de uno de los siervos de Nabal, que percibiendo el peligro que estaban corriendo, salió desesperado para encontrarse con Abigail. Le contó lo ocurrido y le pidió que interviniera. Rápidamente, con prudencia y sabiduría, ella inmediatamente comenzó a actuar. Sin hablar con su marido juntó provisiones para ofrecer a David y a sus hombres.
Mientras Abigail trabajaba para ayudarlos, David sin pensar ni preguntar a Dios qué actitud debía tomar, actuó impulsivamente, motivado por su orgullo herido. Organizó 400 hombres para acabar con Nabal, sus siervos y toda esa inmensa ingratitud.
Una guerra de egos estaba por desatarse teniendo el orgullo y el odio como la principal munición, cuando surge abigail, un diamante de rara belleza y brillo en medio de ese lodo de intolerancia, para detener las acciones inconsecuentes y conservar la paz y la conciliación.
David y sus 400 caballeros, al ver a la bella Abigail, frenan sus caballos. Ella cae de rodillas frente al ungido del Señor para interceder a favor de su marido. En realidad ella no lo defiende, está de acuerdo que es insensato. Suplica entonces el perdón y acepta la culpa que correspondía a Nabal aunque ella no merecía ser culpada de nada. El versículo 24 dice “Señor mío, sobre mí sea el pecado, más te ruego que permitas que tu sierva hable a tus oídos y escuches las palabras de tu sierva”. Y continúa en el versículo 28 “Y yo te ruego que perdones a tu sierva esta ofensa; pues Jehová de cierto hará casa estable a mi señor, por cuanto mi señor pelea las batallas de Jehová y mal no sea hallado en ti en tus días”.
En realidad la belleza de Abigail paralizó la tropa. Sus palabras evitaron la guerra, y sus obsequios revelaron su bondad y eliminaron el odio. Ella traía consigo:
• 200 panes. El alimento básico de palestina y que se acostumbraba a rellenarlo con queso y aceituna.
• 2 odres de vino. Un jugo de uva que cuando se fermentaba podía ser usado como desinfectante o remedio, lo que era muy útil para David y sus soldados.
• 5 ovejas guisadas. O sea ovejas preparadas para ser asadas y que constituian el alimento principal.
• 5 medidas de trigo tostado. Que podían comer en cualquier hora y lugar, podía ser usado por los soldados como merienda cuando trabajaban.
• 100 racimos de pasas de uvas y 200 panes de higos secos. Un postre que era excelente para los viajeros, para restituir su vigor.
Ese era un menú perfecto para David y sus hombres.
Al salir de la presencia del futuro rey de Israel, ella volvió a su casa y esperó el momento oportuno para hablar con su marido. Como Nabal estaba borracho, Abigail esperó hasta la mañana siguiente para contarle lo ocurrido. Cuando supo cuán cerca de su residencia había llegado David y cuán cerca estuvo de la muerte, Nabal sufrió un infarto y murió diez días después.
Al enterarse David de la muerte de ese hombre, sintió alivio por haber dejado que sea Dios y no él, quién haga justicia con aquél hombre insensato.
Aquél día en que Abigail le llevó los regalos, David quedó muy impresionado con su belleza e inteligencia y no pudo olvidarla. Después de la muerte de Nabal, David le ofreció casamiento y ella aceptó. La hermosa Abigail cuyo carácter era como un diamante único y excepcionalmente, fue honrada y se convirtio en una bendición para el nuevo rey de Israel. Ella también fue bendecida con la alegría de tener su primer hijo con él.
LECCIONES Y APLICACIONES
Esa mujer pasó por varias dificultades y tenía pocos motivos para alegrarse. Tal vez desconocía el amor verdadero en su matrimonio, ya que su marido se irritaba con facilidad, era bebedor y el mundo tenía que girar alrededor de sí mismo. Sin embargo a pesar de las circunstancias, Abigail era fiel a su marido, a las personas que formaban parte de su familia y fiel a Dios y a su palabra. Era inteligente y generosa. Administraba bien su casa y se cuidaba de sí misma. Era confiada y confiable, discreta, humilde, pero firme en su misión. La Biblia no revela el nombre de la mujer virtuosa en Proverbios, su nombre, bien podía ser Abigail.
Podemos aprender mucho de esa mujer, por su moderacón, determinación, sabiduría y la elección correcta de sus prioridades.
No puede haber transformación sin entrega. Ninguna joya muestra su brillo si no cae en las manos de un buen pulidor para ser limpiada y pulida. Jamás seremos diamantes que brilen por Jesús si no nos entregamos a Él sin reservas. Ese es el punto de partida para que todos los lados de ese diamante se hagan visibles en las manos del Señor.
CONCLUSIÓN
Podemos aprender mucho con la bella Abigail, sin embargo la mayor lección de belleza que nos da, es que su actitud nos acerca a Jesús. Al ponerse entre David y Nabal, ofreciéndose a ser castigada por los pecados de su marido, recordamos a Jesús que se colocó entre Dios y nosotros y llevó el castigo de todas nuestras transgresiones, desviando así la ira de Dios por nuestros pecados.
Cristo vivió rodeado de piedras brutas, de transgresores, pero fue diamante entre los diamantes, una bendición al mundo y cumplió cabalmente su misión. Su inmenso sacrificio nos motiva a reflexionar, que si Él nos amó tanto ¿No podemos amarnos también los unos a los otros? Si somos perdonados ¿No podemos también perdonar? Si somos invitados a participar de las bodas del cordero ¿No podemos repartir el pan de la verdad y la justicia con los hambrientos?
A Abigail le fue posible soportar a Nabal porque había aprendido a mirar a Dios. Jesús no encontró imposible soportar nuestro mundo de pecado e indiferencia porque miraba a Dios. Abigail cumplió su misión, y en el momento justo. Dios cambió las circunstancias de su vida permitiendo que ella se casase con el rey David. Jesús cumplió su misión y en el momento programado Dios cambió las circunstancias, lo resucitó de la tumba fría y le dio las llaves del cielo.
Si las condiciones de su vida son difíciles de soportar, si hay personas como Nabal en su camino, mire hacia Dios. Cumpla su misión, porque todo está preparado para que las circunstancias de su vida sean cambiadas.
Todos nosotros somos diamantes únicos, pero para que brillemos como Abigail, necesitamos entregarnos al gran pulidor y permitir que Él quite nuestras imperfecciones a fin de que las bellezas de su carácter sean revelada en nosotros, en todos los aspectos, entonces brillaremos en este mundo para su gloria.
Mantengamos nuestra comunión con Él, buscando cultivar un espíritu manso y pacificador. Seamos coherentes y fieles en las palabras y acciones. Practiquemos la bondad y la receptividad. Andemos con humildad y prudencia, cumpliendo la Misión.
Oremos para que el Espíritu Santo nos ayude a ser como diamantes en las manos del Señor y nos dé la alegría de ver lo que Dios puede hacer en nosotros, por nosotros, por nuestro intermedio y por intermedio de la Iglesia.
Que Dios nos bendiga. Amén
¿Somos bondadosos con aquellos con quienes trabajamos?, especialmente aquellos que nos sirven y son subalternos?¿Qué tipo de relación y receptividad tenemos con los vecinos de nuestra casa y los vecinos de nuestra Iglesia?
En Patriarcas y Profetas pág. 724 dice “La piedad (bondad) de Abigail como la fragancia de una flor se expresaba inconscientemente en su semblante, sus palabras y sus acciones. El Espíritu del Hijo de Dios moraba en su alma. Su palabra sazonada de gracia, y henchida de bondad y paz, derramaba una influencia celestial”. Aquí vemos claramente cómo la belleza interior se funde con la exterior.
SECRETO: HUMILDAD Y PRUDENCIA
Abigail podría haber echado todo a perder, inclusive su vida, si no hubiese aprendido a ser humilde y prudente. En Mateo 10: 16 leemos “He aquí yo os envío como ovejas en medio de lobos, sed pues prudentes como serpientes y sencillos como palomas”. Abigail era oveja en medo de lobos, Nabal y David, dos hombres poderosos. Uno que siempre actuaba tontamente y el otro que casi actuó tontamente. Ella usó los criterios correctos para escoger qué decir y cuánto decir tanto a David como a su marido, y por ella todos se salvaron en aquél día.
Cuánto sufrimiento se genera hoy por causa del orgullo, el arrebato, la insensatez y el deseo de hacer justicia con las propias manos. No debe ser así con los hijos de Dios. Estamos en medio de lobos, pero no para ser como ellos. Eso no significa que debemos ser pasivos. Somos ovejas porque somos diferentes, y debemos hacer la diferencia. Por eso es que se nos dio el consejo bíblico en cuanto a la prudencia y humildad (Mateo 10: 16) con orientación de que la justicia pertenece a Dios (Daniel 9: 7) Porque hay un tiempo de hablar y un tiempo de callar (Ecl. 3: 7)
La humildad tiene el poder de calmar discusiones, la prudencia, de revertir situaciones. La humildad genera perdón, la prudencia genera transformación. La humildad construye el amor, la prudencia construye el respeto. Fue así que abigail desarmó a David, salvó su casa, ganó el respeto de todos y fue honrada por Dios.
SENTIDO COMÚN
Es posible que algunas virtudes de Abigail se desarrollaran con el correr del tiempo en función de las situaciones vividas con un matrimonio difícil. El hecho es que ella rehusó ser un juguete de las circunstancias y cambió el curso de los acontecimientos actuando con prudencia. Comprendió que su misión era ser una bendición en la vida de Nabal. Tal vez la única posibilidad de felicidad real para él era la presencia de ella y su sensatez. Su misión también era proteger y salvar su casa. En la medida que el Señor actuaba la capacitaba y le impartía nuevos dones y sabiduría al punto de que en el momento exacto pudo ser usada por Dios para reprobar y aconsejar al propio David.
Así como Abigail, todos nosotros tenemos una Misión. No importa las circunstancias, debemos cumplirla. En realidad, las dificultades pueden impulsarnos a dar lo mejor de nosotros mismos y hacernos comprender que no necesitamos un título especial o de prestigio para transformarnos en una bendición para los demás y cumplir el propósito que el Señor tiene para cada uno de nosotros.
La capacidad se nos concede en la medida en que nos acercamos a Dios y comenzamos a actuar. Si cumplimos lo que nos compete estaremos llevando bendiciones y salvación a otros. Nuestra esfera de influencia como la de Abigail, abarca nuestro cónyuge, sea cristiano o no, nuestra familia incluyendo los padres, hijos, aquellos que trabajan con nosotros como empleados, colegas, superiores y también vecinos.
En realidad, el mayor secreto de Abigail fue entregarse en las manos del gran pulidor y dejarse moldear por él. Abigail podría haber sido una piedra común, pero permitió ser pulida por él, lavada de toda impureza y moldeada conforme a la belleza del carácter de su creador.
Muy buena enseñanza.me gusto mucho entrar a esta pagina.Gracias por escribirla.DIOS LES BENDIGA