«¿Perdón después de la muerte?»
Imagen por Stan Aron
Francisco Marrero, tabacalero cubano, llegó a ser el segundo empresario más rico de Cayo Hueso en el estado de la Florida durante el auge de la industria del tabaco. En aquel entonces los inmigrantes cubanos torcían más de cien millones de tabacos al año. En 1889, Francisco construyó en la calle Fleming una bella mansión de estilo victoriano que tenía el aspecto de un nido romántico, y con eso logró convencer a la que sería su esposa, Enriquetta, de que se mudara de Europa a aquella islita de los Estados Unidos de América.
Trágicamente, sólo dos años después de mudarse a Cayo Hueso, Enriquetta recibió la noticia de la súbita muerte de su esposo. Francisco había sido asesinado con un tabaco envenenado durante uno de sus viajes a La Habana a fin de comprar materia prima para sus fábricas. Y por si eso fuera poco, posteriormente tocó a la puerta de la pobre Enriquetta una mujer que venía de Cuba, acompañada de abogados, y alegaba que era la legítima esposa del difunto. Como Francisco nunca se había divorciado de aquella mujer, el tribunal falló a favor de ella, y Enriquetta y sus hijos fueron desalojados de la Casa Marrero y despojados de las fábricas.
El día en que quedó en la calle con sus hijos, Enriquetta les dijo a quienes presenciaban su desgracia: «Están arrebatándome la casa que es mía por derecho. Y con Dios como testigo, les prometo que mi espíritu nunca abandonará este lugar.»
Se desconoce el paradero final de Enriquetta. Es probable que haya vivido sus últimos días en Tampa, la ciudad que llegó a ocupar el lugar de Cayo Hueso como eje de la industria de tabaco.
Sin embargo, quienes se han alojado en la Casa Marrero en Cayo Hueso, luego de haber sido convertida en una lujosa casa de huéspedes, aseguran que Enriquetta ha cumplido su promesa, pues allí se aparece su fantasma. Pero algunos también dicen que a veces se asoma en el portal la silueta de un hombre de otro tiempo, Francisco, que ha venido a pedirle perdón a Enriquetta.1
Al margen de lo fantasmagóricas que son tales apariciones, éstas en particular nos llevan a preguntarnos: ¿Es posible recibir perdón después de la muerte? En realidad, no debiera extrañarnos que quienes creen que es posible que un fantasma se aparezca a otro no sólo crean que el uno puede pedir perdón, sino también que el otro puede perdonarlo. Pero en casos como el de Francisco Marrero, ¿acaso no es ya demasiado tarde? ¡Claro que sí! Porque es tan absurdo creer que, después de muerta, una persona pueda recibir el perdón, como lo es creer que, después de muerta, un heredero de esa persona pueda comprar una póliza de seguro de vida a nombre de ella. ¡Nadie le vendería semejante seguro a un heredero del difunto porque ya no tendría ninguna gracia!
Más vale que reconozcamos que Dios juzga así mismo que Él ya no tendrá ninguna gracia tampoco para quienes hayan desperdiciado la oportunidad que les ha dado de pedirle perdón en esta vida. Por eso nos ruega el apóstol Pablo que no desaprovechemos la gracia que Dios nos muestra en este momento preciso, porque el día de nuestra salvación, cuando recibimos el perdón de nuestros pecados, no es mañana, ni mucho menos el día después de nuestra muerte, sino hoy mismo.2
Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
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1 | Sarah Moreno, «Dos historias trágicas y macabras: Los fantasmas cubanos de Key West que asustan o encantan a los turistas», El Nuevo Herald (Miami, 14 febrero 2018) <http://www.elnuevoherald.com/entretenimiento/gente/article199972409.html> En línea 31 marzo 2018. |
2 | 2Co 6:1-2 |