Cuidado con los ojos

Descendió Sansón a Timnat, y vio en Timnat a una mujer de las hijas
de los filisteos. Jueces 14:1.

Gonzalo pasó su mano por el cabello y, mientras apagaba la
computa­dora, se dio cuenta de que la ventana de la casa de enfrente
tenía luz. Interrumpió lo que estaba haciendo, y corrió a observar;
siempre lo hacía, y después se arrepentía. Invadir la privacidad de
la joven vecina no le hacía bien: la culpa lo castigaba a la hora de
dormir.

Gonzalo atribuía la culpa a sus ojos: “Si fuese ciego, no tendría
este pro­blema”, se recriminaba a sí mismo, en sus horas de
arrepentimiento.
El problema de Sansón también fue sus ojos. Aparentemente; porque el
nido de las actitudes pecaminosas nada tiene que ver con los ojos: está
en la mente. Los ojos hacen lo que la mente ordena. El mensaje de hoy
está relacionado con la tendencia carnal del ser humano: “Nací en
pecado, y en pecado me concibió mi madre”, declaró David después de
ser víctima de la tendencia pecaminosa que cargaba en su mente.
La tragedia del hombre pecador es que vive en función de los sentidos;
pueden ser los ojos, o el olfato o el paladar. La mente natural corre
detrás de lo errado: sabe que eso le hace mal, pero insiste; sufre,
pero continúa. Los sentidos son solo instrumentos al servicio de la
mente, que se deleita en andar lejos de Dios.

A Sansón le fue mal; jamás le fue bien a nadie. La única salida
radica en la transformación completa de la naturaleza, y ese milagro es
llamado, en la Biblia, “conversión”. En el momento de la conversión,
Dios te entrega la mente de Cristo, y solo entonces estás en
condiciones de colocar tus sentidos bajo el control del Espíritu.
A Sansón le costó caro aceptar el hecho de que necesitaba ser
convertido. Se casó, llevado por los sentidos; dejó que su naturaleza
rebelde decidiese su futuro. El resultado fue trágico: la mujer buscada
solamente con los ojos, lo llevó a perder los ojos en manos de los
filisteos.

Hoy puede ser un día de evaluación: ¿hasta qué punto soy dirigido
por el Espíritu de Dios o por mi mente natural? Dios siempre está
dispuesto a operar el milagro de la conversión cuando el ser humano
cae, rendido, a sus pies.

No te olvides: a Sansón le fue mal porque: “descendió Sansón a
Timnat, y vio en Timnat a una mujer de las hijas de los filisteos”.

DIOS TE BENDIGA,

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  1. ana maria velez

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