BIENAVENTURADO…

 

Bienaventurado quien tiene misericordia del pobre

Peca el que menosprecia a su prójimo; mas el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado. Proverbios 14:21

Los cristianos han ido dejando a través de la historia las hazañas del amor de Dios que brilla en sus corazones. Un viejo pastor chino salió una mañana de su casa para predicar. Llevaba dos centavos para su almuerzo.
Mientras caminaba, se le acercó un mendigo. Como lo único que tenía era el dinero de su almuerzo, el pastor le dijo que no podía ayudarlo. Entonces Dios le dijo que le diera al pobre lo que tenía para el almuerzo; a cambio, el Señor prometió darle un dólar al pastor.
Cuando terminó de predicar su sermón, sentía mucha hambre, pero sabía que no tenía ninguna esperanza de comer algo. Tenía algo que hacer por la tarde, pero tenía tanta hambre que tuvo que volver a casa.
Cuando le contó a su esposa el hambre que tenía y por qué había vuelto tan temprano, ella comenzó a regañarlo, porque consideraba que había sido una tontería regalarle su dinero al mendigo, y lo dejó sin comer hasta la cena.
Finalmente, llegó la hora de cenar. Cuando terminaron, la esposa preguntó:
—¿Dónde está el dólar?
—Ya vendrá —le contestó el pastor con sencillez.
—¿Dónde está el dólar? —preguntó sarcásticamente la esposa a la hora de acostarse.
En ese preciso momento llamaron a la puerta. Eran dos representantes del gobierno que necesitaban información acerca de la historia de la región, y el pastor les había sido recomendado como el único que tenía aquella información.
Durante dos horas el pastor contestó sus preguntas. Al terminar, le dieron las gracias y pusieron dos dólares sobre la mesa.
El pastor levantó uno de los dólares y se lo devolvió, diciéndoles:
«Por favor, llévense este de vuelta. Dios me prometió solo un dólar».
De muchas maneras, providenciales y misteriosas, obra Dios para recompensar a los que son generosos y misericordiosos con los pobres.
Procuremos que no se apliquen a nosotros estas palabras: «Los observadores del sábado se están volviendo más egoístas a medida que aumentan sus riquezas. Disminuye su amor por Cristo y su pueblo. No ven las necesidades de los desvalidos ni sienten sus sufrimientos ni dolores. No se dan cuenta que al descuidar al pobre y al doliente, descuidan a Cristo, y que al aliviar las necesidades y los sufrimientos de los pobres […] ministran a Jesús» (El ministerio de la bondad, pp. 43,44).

Que Dios te bendiga,

No prestéis vuestros miembros para servir al pecado

Ni tampoco ofrezcáis más vuestros miembros como armas al servicio del pecado, sino ofreceos a Dios como quienes han vuelto de la muerte a la vida; y ofreced vuestros miembros a Dios por instrumentos de justicia. Romanos 6:13

Se cuenta que una vez, un cristiano chino viajaba en un tren junto a tres incrédulos. Estos, para entretenerse, decidieron jugar a las cartas, pero, dado que necesitaban un cuarto jugador, pidieron al cristiano que se les uniera. Este contestó:
—Siento no poder hacerlo, pero no puedo unirme a ustedes en su juego porque no traje mis manos conmigo.
—¿Qué quiere decir? —le preguntaron atónitos.
—Este par de manos no me pertenece —les explicó, refiriéndose al traspaso de propiedad que había ocurrido en su vida cuando aceptó a Jesús como Salvador.
Esto explica muchas cosas. Primero, que la santidad abarca el ser entero. Pablo dijo: «Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado sin culpa para la venida de nuestro Señor Jesucristo» (1 Tes. 5:23).
¿Qué es un cuerpo santo? ¿Cómo puede dejar de ser santo un cuerpo? He ahí la razón de la temperancia, la templanza, la moderación, la frugalidad, la limpieza, la castidad, la pureza. He ahí la razón para ser temperantes en el comer, el beber, el trabajo, el descanso, el juego, el pensamiento y todas las actividades en las que entra la parte física de nuestro ser.
Algunos se quedan perplejos con la afirmación del apóstol Pablo cuando señaló que «el ejercicio corporal para poco es provechoso» (1 Tim. 4: 8). En realidad, «Pablo no está menospreciando los beneficios del ejercicio físico. El cuerpo humano es “el templo del Espíritu Santo” (1 Cor. 6:19,20) y todo cristiano debe mantenerse en el mejor estado posible de salud. Esto requiere una razonable cantidad de ejercicio físico. Lo que preocupa a Pablo es que la austeridad o el ejercicio físico de cualquier naturaleza se convierta en un fin en sí mismo, para detrimento de la piedad del carácter».

Los miembros de nuestro cuerpo son sagrados. Fueron comprados por precio. Nuestro cuerpo pertenece a Dios. El cristiano fiel nunca descuida su condición física, porque es descuidar una parte muy importante de su ser. Dios pide cuenta de todo lo que hacemos con nuestro cuerpo.
Analicemos de nuevo nuestra dedicación y consagración. ¿Cómo tratamos nuestro cuerpo? ¿Es santo y puro lo que hacemos con cada uno de los miembros de nuestro cuerpo?

Que Dios te bendiga,

 Julio  27 2009

¡Jehová, va a cambiar, tu historia hoy aquí!

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  1. esther

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