Tememos a las decepciones. A ese intenso sentimiento de insatisfacción que nos invade cuando las expectativas no se cumplen. Nuestras expectativas. Tememos al dolor, al fracaso, a las lágrimas, al abandono, a la soledad. Y, nos protegemos, retrasando el cumplimiento de nuestras decisiones e interponiéndonos a la Voluntad Soberana.
Hay esperanza en esa escasez de poder, de libre albedrío, de seguridad, de identidad.
Apuntando hacia DIOS, encontramos una Promesa en Salmos 119:116 – “Susténtame conforme a TU Palabra, y viviré. Y no quede yo avergonzado de mi esperanza”.
Conforme a TU Palabra, no a nuestras expectativas. Es importante, comenzar a restaurar nuestras almas desde la perspectiva de DIOS; para evitar decepciones, y más tarde, frustraciones. No abandones el barco, enfréntate a la tormenta y, veras tu vida, como la de Job. (Job 42:12 – “Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero…)
No abandones tu prueba y recibe tu galardón. Es PROMESA DE DIOS. Susténtate de ella y cree en un futuro prometedor, lleno de bendiciones. Mateo 25:21