Decisión

 Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros;
porque muchos son llamados, mas pocos escogidos. Mateo 20:16.

Cuando el texto de hoy habla de “primeros y postreros”, no se refiere a
una carrera en la que unos llegan en primer lugar y otros se quedan
re­legados al final. El pensamiento central es el poder de la
decisión. Muchos son llamados. La Biblia es un libro de permanente
invitación al pecador: Dios llama, insiste, y toca incesantemente a la
puerta del corazón humano. Lo llama porque lo ama; desea que el hijo
sea feliz. Y sabe que, lejos del Creador, la criatura será siempre
incompleta y, por tanto, infeliz.

Pero, la triste realidad es que no todos aceptan la invitación divina;
po­cos, en comparación con el total de la humanidad. En Sodoma, solo
se salvó una familia; en ocasión del diluvio, sucedió lo mismo; y al
final de los tiem­pos, la historia se repetirá. Serán pocos los que,
finalmente, serán escogidos porque dijeron “Sí”.

El versículo de hoy dice más: asevera que quienes más oportunidades
tuvieron serán los que más desperdiciarán la invitación. Los
postreros, aque­llos que se pensaba que no serían, serán; mientras
que los primeros, aquellos que tenían todo a su favor, se perderán.
El núcleo de la decisión está en el poder de la voluntad. Dios dio
liber­tad al ser humano, y la respetará hasta el fin. No puede
obligarte; no puede derribar la puerta del corazón y entrar en contra
de tu voluntad: tú tienes que querer, tú tienes que decir que sí. En
el momento que lo hagas, todos los ejércitos celestiales correrán para
ayudarte; pero, nadie puede hacer nada por ti, si te niegas a abrir.

Todos los días tomas decisiones. Unas te llevan hacia el dolor y el
su­frimiento: son decisiones de muerte. Otras, te conducen al servicio
y a la entrega: son decisiones de vida. Haz de este día un día de
decisiones sabias. ¡Abre el corazón a Jesús! ¡Permítele entrar!
Deja que él trabaje en ti, desde adentro hacia afuera. Que corrija las
cosas que necesitan ser corregidas; que limpie lo que necesita ser
limpiado; en fin. Que coloque orden, paz, perdón, y la seguridad de que
eres una nueva criatura, renacida en Cristo.
No te atrevas a enfrentar los desafíos de este día desconocido para
ti, sin pensar en el poder de tu decisión, porque “los primeros serán
postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas
pocos escogidos”.

DIOS TE BENDIGA,

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