Del afán y otros demonios

Si hay algo en la vida que separa al creyente de las promesas del Señor es el afán. Cuando el afán llega a nuestras vidas ya no fijamos nuestra mirada en el autor y consumador de nuestra fe, Cristo Jesús (Hebreos 12:2 DHH), sino que fijamos toda nuestra atención en suplir nuestras necesidades básicas, en hacer dinero; es como si nuestros “lentes espirituales” se desenfocaran completamente, permitiendo que lo que antes estaba en segundo y en tercer lugar, ahora ocupe nuestro primer lugar de atención. Cuando el creyente permite que el afán le controle totalmente, Jehová Dios pasa a un segundo plano en su vida, quitándole autoridad para obrar a su favor.

Últimamente conversaba con un muy buen amigo de la infancia y en nuestra conversación pude entender que en este momento su prioridad no es el Señor ni Sus cosas. Él está enfocado en hacer dinero, en tener más de lo que nunca tuvo y, a veces pienso también que, busca ser reconocido y aceptado por los hombres por lo que tenga. Qué gran barrera ha puesto el enemigo en su mente. Pero, ¿qué nos enseña la Palabra respecto al afán? Mira lo que el Señor Jesús enseñó hace más de dos mil años: “No vivan pensando en qué van a comer, qué van a beber o qué ropa se van a poner. La vida no consiste solamente en comer, ni Dios creó el cuerpo sólo para que lo vistan” (Mateo 6:25 TLA).

Dos grandes lecciones podemos aprender en esta mañana. NÚMERO UNO, LA VIDA NO CONSISTE SOLAMENTE EN COMER. A pesar que sé que el comer es uno de los grandes placeres de la vida, también es ocuparse de la carne y la Biblia nos exhorta diciéndonos, “vivan según el Espíritu, y no busquen satisfacer sus propios malos deseos” (Gálatas 5:16 DHH). Y no quisiera ser mal interpretado en este punto, porque no estoy diciendo que dejen de comer, sino que nuestra prioridad no debe ser buscar ese alimento que nuestro cuerpo necesita, olvidándonos de lo espiritual. Debe existir un balance ideal en el que podamos alimentar nuestro cuerpo y nuestro espíritu, ocupándonos más por las cosas del Espíritu, dándole a Dios el lugar que se merece: nuestro primer lugar.

NÚMERO DOS, DIOS NO CREO NUESTROS CUERPOS SOLO PARA VESTIRLO. Otra gran preocupación que tiene el hombre es pensar qué vestirá y lo vemos reflejado cuando por la noche cuando pensamos qué ropa nos vamos a poner al día siguiente y escogemos pantalón con camisa y corbata, los zapatos y desarmamos todo porque ya no nos gusta cómo nos vemos y perdemos tiempo valioso en algo frívolo. ¿Por qué será que en el principio el hombre y la mujer andaban desnudos por el huerto del Edén? Quizá Dios pensaba que era una preocupación menos, es decir algo menos en lo cual pensar. Amado, el afán distrae al creyente, lo desenfoca de la realidad espiritual y lo invita a fijar su atención en otras cosas sin importancia. “Lo más importante es que reconozcan a Dios como único rey, y que hagan lo que él les pide. Dios les dará a su tiempo todo lo que necesiten” (Mateo 6:33 TLA), ESTO es lo verdaderamente importante, en esto se resume todo. Dios te bendiga y te guarde en este amanecer. No olvides ser de bendición para otros, comparte la Palabra.

Bajo la guía del Espíritu Santo,

Sergio Meza Padilla

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