«El baqueano»

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Imagen por Marie-Aude Cambon

«El baqueano [es un] personaje eminente… que tiene en sus manos la suerte de los particulares y de las provincias —declara Domingo Faustino Sarmiento en su obra clásica titulada Facundo: Civilización y barbarie—….. El baqueano es un gaucho grave y reservado, que conoce a palmos veinte mil leguas cuadradas de llanuras, bosques y montañas…. Es el único mapa que lleva un general para dirigir los movimientos de su campaña. El baqueano va siempre a su lado…. Está en todos los secretos de la campaña; la suerte del ejército, el éxito de una batalla, la conquista de una provincia; todo depende de él.

»El baqueano es casi siempre fiel a su deber; pero no siempre el general tiene en él plena confianza. Imaginaos la posición de un jefe condenado a llevar a un traidor a su lado y a pedirle los conocimientos indispensables para triunfar. Un baqueano encuentra una sendita que hace cruz con el camino que lleva: él sabe a qué aguada remota conduce; si encuentra mil, y esto sucede en un espacio de cien leguas, él las conoce todas, sabe de dónde vienen y adónde van. Él sabe el vado oculto que tiene un río, más arriba o más abajo del paso ordinario, y esto en cien ríos o arroyos; él conoce en [las ciénagas extensas] un sendero por donde pueden ser [atravesadas] sin inconveniente, y esto en [ciénagas distintas]….

»… Si se encuentra en la pampa y la obscuridad es impenetrable, entonces arranca pastos de varios puntos, huele la raíz y la tierra, las masca…, se cerciora de la proximidad de algún lago, o arroyo salado, o de agua dulce, y sale en su busca para orientarse fijamente. El general Rosas, dicen, conoce por el gusto el pasto de cada estancia del sur de Buenos Aires….

El baqueano anuncia también la proximidad del enemigo… y el rumbo por donde se acerca, por medio del movimiento de los avestruces, de los gamos y guanacos que huyen en cierta dirección. Cuando se aproxima, observa los polvos, y por su espesor cuenta la fuerza: «Son dos mil hombres —dice—, quinientos, doscientos», y el jefe obra bajo este dato, que casi siempre es infalible. Si los cóndores y cuervos revolotean en un círculo del cielo, él sabrá decir si hay gente escondida, o es un campamento recién abandonado, o un simple animal muerto.

»El baqueano conoce la distancia que hay de un lugar a otro, los días y las horas necesarias para llegar a él, y a más [de] una senda extraviada e ignorada por donde se puede llegar de sorpresa y en la mitad del tiempo; así es [como] las partidas de montoneras emprenden sorpresas sobre pueblos que están a cincuenta leguas de distancia, que casi siempre las aciertan.»1

Así como podemos imaginarnos a un general «condenado a llevar a un traidor a su lado», como nos pide Sarmiento que hagamos, imaginémonos al Hijo de Dios mismo condenado a llevar a su lado a un traidor. Pero tengamos por seguro que Jesucristo se dejó traicionar a fin de ser condenado y de morir en nuestro lugar, y así ganar de sorpresa y con eterno acierto la batalla por nuestra alma.2

Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
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1Domingo Faustino Sarmiento, Facundo (Caracas: Fundación Biblioteca Ayacucho, 1977), pp. 45-46; Domingo Faustino Sarmiento, Facundo, Biblioteca Argentina de los mejores libros nacionales, Capítulo II: Originalidad y caracteres argentinos (Buenos Aires: Librería «La Facultad» de Juan Roldán y Compañía, 1921) <https://www.gutenberg.org/files/33267/33267-h/3326> En línea 1 octubre 2022.
2Mt 10:4; 26:15-16,21,23-24,46-48; 27:3-4; Mr 3:19; 14:10-11,18,21,42-44; Lc 6:16; 22:4-6,21-22,48; Jn 6:64; 12:4; 13:2,11,21; 18:2-5; 21:20

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