«El Capitán de América»

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Imagen por Ross Griff

«Una angustia lo corroe. Se siente, al igual que sus compañeros, responsable de las muertes, y piensa dejar de jugar el fútbol. Se refugia en la paz del campo, lejos del torbellino de la ciudad que le recuerda los horrores de esa tarde infausta de mayo… [y] piensa que no vale la pena jugar para que la gente se mate.»1

Así describe Efraín Rúa, en su libro El gol de la muerte, lo que sintió el defensa peruano Héctor Chumpitaz después de «la tragedia del Estadio Nacional de Lima» el 24 de mayo de 1964, día en que murieron más de 320 personas como resultado de un gol anulado al final del partido preolímpico entre Perú y Argentina.

Antes del encuentro, Perú estaba ubicado en el segundo puesto junto a Brasil, confiado en que obtendría un resultado positivo ante Argentina. «Era un repunte logrado gracias al pundonor y a la calidad de algunos jugadores como… Chumpitaz, un cañetano que jugaba en el equipo de la Unidad Vecinal de Segunda División», comenta Rúa. Pero tras la tragedia, Héctor regresó al pueblo en que había nacido hacía sólo veintiún años, perturbado porque «el fútbol, ese deporte que convocaba a la familia, se había vestido de muerte y no valía la pena jugarlo. Sólo un dirigente amigo lo convencería de lo contrario.»2

Gracias a aquel repunte en su estado anímico, debutó ese mismo año en la primera división con el equipo Deportivo Municipal, sobresalió durante casi diez años en el Club Universitario de Deportes (donde ganó cinco campeonatos nacionales y fue subcampeón de la Copa Libertadores de 1972), y obtuvo otros tres títulos nacionales con el club Sporting Cristal. Y, gracias a Dios, volvió a representar a su país no sólo como integrante sino como capitán de la Selección Nacional, con la que disputó 105 partidos, se destacó en dos Copas Mundiales (México 1970 y Argentina 1978) y ganó la Copa América de 1975. En el Mundial de México marcó uno de los goles en la famosa remontada del marcador contra Bulgaria.

Apodado «el Granítico» y «Chumpi», en 1973 se ganó también el apodo de «Capitán de América» por haber sido electo capitán del seleccionado de América que jugó un partido amistoso contra las estrellas de Europa. La selección de Europa iba ganando 4-3 cuando, faltando 10 minutos, Chumpitaz anotó el gol del empate y forzó el lanzamiento de penales por los que la selección de América se impuso por 7-6.3

Después de todo, para aquel ídolo del fútbol peruano sí valió la pena volver a jugarlo, aunque casi lo abandona a causa de la tragedia del Estadio Nacional. Quiera Dios que, cuando más desanimados nos sintamos nosotros a causa de las pruebas que tengamos que afrontar, tomemos a pecho estas palabras del profeta Azarías a Asa, rey de Judá, y a todo su pueblo: «El Señor estará con ustedes, si ustedes están con él. Si lo buscan, lo hallarán…. Si… se esfuerzan, y no pierden el ánimo, todo lo que hagan tendrá su recompensa.»4

Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net


1Efraín Rúa, El gol de la muerte: La leyenda del Negro Bomba y la tragedia del estadio (Breña, Perú: Ruta Pedagógica Editora SAC, 2014), p. 114.
2Ibíd., contratapa, pp. 25, 114; «Tragedia de Lima: el gol anulado que desató la peor tarde del fútbol», Redacción BBC Mundo, 24 mayo 2014 <https://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/05/ 140523_finde_tragedia_lima_50_aniversario_peru_argentina> En línea 12 abril 2020.
3Wikipedia, s.v. «Héctor Chumpitaz» <https://es.wikipedia.org/wiki/H%C3%A9ctor_Chumpitaz> En línea 13 abril 2020.
42Cr 15:2,7 (RVC)

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