EL DECIMO MANDAMIENTO
El décimo mandamiento
No codicies la casa de tu prójimo: No codicies su esposa, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su burro, ni nada que le pertenezca (Éxo. 20: 17)
ESTE ES EL MANDAMIENTO MÁS AMPLIO y profundo del Decálogo. No describe el pecado en términos de acciones, sino que se refiere a él como el deseo desmedido. Nos dice que el pecado puede referirse al pensamiento y no solo a los actos.
¿Qué significa “codiciar”? Desear con ansia; la codicia es el deseo exagerado por algo o alguien. El mandamiento se enfoca en la prohibición del deseo exagerado de las propiedades de otro. Prohíbe el deseo desordenado que se concentra en lo que pertenece a otro. Por lo tanto, este mandamiento no alude a un acto, sino a un pecado mental. Es, entonces, un mandamiento que va a la raíz del problema del pecado en la vida humana, pues prohíbe el deseo egoísta, que engendra el acto pecaminoso.
En este sentido, el décimo mandamiento se refiere a todos los mandamientos del Decálogo, pues cada uno de ellos puede ser violado en la mente antes de que se realice el pecado. En cierta forma, cuando codiciamos estamos atentando contra cada uno de esos mandamientos.
Este mandamiento del Decálogo representa un avance notable sobre los otros códigos de leyes antiguas que conocemos. Esos códigos se referían a las acciones de las personas, y algunos de ellos regulaban el uso de palabras, pero ninguno pretendió regular los pensamientos de las personas. Esto, obviamente, se debía al hecho de que eran códigos de leyes penales, que legislaba sobre la acción mala e indicaba el castigo correspondiente. La violación de este mandamiento no se podía probar en una corte, de allí que no existiera en ningún código humano. Pero el caso de la ley de Dios es distinto. Dios sí puede leer el pensamiento y los motivos, razón por la cual lo incluyó en su ley. Por lo tanto, este mandamiento condena los motivos que rigen la conducta humana, y de este modo se convierte en el mandamiento más espiritual de todos.
.Que Dios te bendiga,
Agosto, 03 2010
Mentira de patas cortas
Los labios sinceros permanecen para siempre, pero la lengua mentirosa dura solo un instante (Proverbios 12: 19).
EL CRISTIANO DEBE SER MOTIVADO por una pasión por la verdad. Es un representante del Dios de verdad, y no debe dar falso testimonio en ningún sentido. Debe amar la verdad, porque es la que da libertad (Juan 8: 32). Debe llegar al conocimiento de la verdad (1 Tim. 2: 4) y ser obediente a ella (1 Ped. 1: 22). Debe ser santificado por la verdad (Juan 17: 19), y tener el Espíritu que lo guía a toda verdad (Juan 16: 13). Debe dar testimonio de la verdad (Juan 18: 37) y este será presentado con amor (Efe. 4: 15). El amor será el amor de la verdad (2 Tes. 2: 10). Se nos dice: «Dios no solo desea una conformidad exterior con la verdad; desea que haya verdad “en lo íntimo”, en el corazón (Sal. 51: 6; 15: 2)» (Comentario bíblico adventista, t. 1, p. 751; comentario de Lev. 6: 4).
Probablemente el espíritu de este mandamiento es uno de los más violados en el mundo actual. Se requiere gran cuidado para mantenerse del lado de la verdad. Resulta fácil decir lo que no es cierto.
Reflexionemos en esta declaración: «Ni siquiera la existencia debiera comprarse al precio de la mentira. Por una palabra o una inclinación de la cabeza los mártires podrían haber negado la verdad y salvado la vida. Consintiendo en arrojar un solo grano de incienso sobre el altar del ídolo, podrían haberse salvado del potro, el cadalso y la cruz. Pero se negaron a ser falsos en palabra o en acción, aunque la vida fuese el don que ello les hubiese granjeado. Daban la bienvenida a la prisión, la tortura y la muerte, con la conciencia limpia, más bien que a la liberación a condición de engañar, mentir y apostatar. Por la fidelidad y la fe en Cristo, obtuvieron mantos sin mancha, coronas enjoyadas. Sus vidas fueron ennoblecidas y elevadas a la vista de Dios, porque permanecieron firmes por la verdad en las circunstancias más graves» (Joyas de los testimonios, t. 2, p. 71).
Que Dios te bendiga,
Pedidos de oración al cielo77014@hotmail.com
Agosto, 02 2010
que dificil es hablar con la verdad siempre,pero como hijos de dios tenemos que ser imitadores de EL,AUN SABIENDO QUE PODEMOS PERDER LO QUE MAS QUEREMOS.