¿El mejor gol de la historia del fútbol?
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Mi gran afición por el fútbol comenzó durante mi niñez en Bogotá, Colombia. Recuerdo primero haber jugado en un equipo de la primaria en que vestimos un uniforme blanco porque nos llamamos «Real Madrid». Y recuerdo posteriormente haber escuchado contar las mil maravillas de la época de El Dorado del Club Deportivo Los Millonarios. «El Maestro» Adolfo Pedernera no sólo dirigió ese equipo, sino que jugó, entre otros, con «La Saeta Rubia» Alfredo di Stéfano, su excompañero del River Plate de Buenos Aires. Durante la década de 1950, a Millonarios se le conoció —por su calidad de juego y el color de su uniforme— como «El Ballet Azul», término acuñado por el padre de la locución deportiva colombiana, Carlos Arturo Rueda C., a quien durante la siguiente década pasé incontables horas amenas escuchando en la radio.
También recuerdo que, cuando jugué en un equipo que formamos con amigos de la cuadra, uno de ellos me describió lo que él aseguraba que era el mejor gol de la historia del fútbol, marcado espectacularmente por «La Saeta Rubia». No fue sino hasta muchos años más tarde que supe que Di Stéfano lo había anotado unos tres años después de ser contratado para jugar por el Real Madrid, pero no vistiendo el uniforme de aquel famoso club español.
Sucedió en el tercer partido en que Alfredo di Stéfano vistió más bien la camiseta de la Selección Española, luego de que el Real Madrid le había pedido que se nacionalizara español para poder ocupar en el equipo una de las plazas de extranjero. Así narra Eduardo Galeano, en su libro El fútbol a sol y sombra, el primer gol de aquel encuentro amistoso contra Bélgica que ganó España 5-0, jugado en Bruselas el 31 de marzo de 1957: «Miguel madrugó a la defensa belga, se infiltró por la derecha y lanzó un centro. Di Stéfano se arrojó en plancha y desde el aire remató, de taco, al gol.»1
Ian Hawkey, en su obra titulada Alfredo di Stéfano: La historia completa, explica que Miguel «había subestimado la velocidad de Di Stéfano, y el balón le llegó cuando estaba una zancada adelantado al esférico. Se había colocado cerca de la media luna belga para rematar de cabeza, pero al tener el balón por detrás de él, su reacción instintiva fue levantar la pierna derecha y golpear el balón con la suela de la bota.
»“Fue como un cañonazo”, declaró [su compañero de equipo Luis] Suárez. Cuando aterrizó, después de saltar a un metro de altura, el balón había entrado disparado y rozando el poste izquierdo defendido por el portero belga».2
Si bien Galeano concluye que él «tenía la costumbre de meter goles así», Di Stéfano mismo, en su autobiografía, lo califica diciendo: «Creo que fue el mejor gol que hice en toda mi carrera, pero nunca lo he podido ver, ni siquiera tener una foto».3
Quiera Dios que a lo largo de nuestra carrera espiritual nos pase a cada uno lo contrario: que sean más bien los peores goles que hemos errado los que no volvamos a ver, por haberle pedido a Él que nos quite la costumbre de errarlos así.
Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
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1 | Eduardo Galeano, El fútbol a sol y sombra (México, D.F.: Siglo Veintiuno Editores, 1995), p. 38. |
2 | Ian Hawkey, Alfredo di Stéfano: La historia completa, trad. Enrique Alda (Barcelona: Editorial Córner, Roca Editorial de Libros, 2017), p. 279. |
3 | Alfredo di Stéfano (con la colaboración de Enrique Ortego y Alfredo Relaño), Gracias, vieja: Las memorias del mayor mito del fútbol (Madrid: Grupo Santillana de Ediciones, 2000), pp. 191-92. |