ELEGIDOS EN CRISTO

Elegidos en Cristo

Así también hay en la actualidad un remanente escogido por gracia (Romanos 11: 5).

EL PROPÓSITO DE LA ELECCIÓN ES DETERMINAR quiénes van a ser salvos y sobre cuál base. Por eso, Dios elige a los que son de Cristo. El requisito para ser elegido es pertenecer a él. La persona tiene que elegirlo a Cristo. Pero no se salva uno solamente por eso, sino por lo que Cristo hizo a fin de que, al elegirlo, pudiéramos ser salvos. Recordemos, la honra es de Jesús en última instancia. Por eso, es una bendición ser elegidos por Dios.
El ser de Cristo, es decir, pertenecer a él, conlleva varias cosas y tiene importantes consecuencias para la vida. Una de ellas es que seamos santos. Esto significa ser apartados para Dios. Nos elige en Cristo para que seamos de él. Es santo y los que sean elegidos por él, serán santos. La santidad es la característica de Dios. Por eso dice la Biblia: «El Señor le ordenó a Moisés que hablara con toda la asamblea de los israelitas y les dijera: “Sean santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo”» (Lev. 19: 1, 2). Por eso, el apóstol decía: «Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor» (Heb. 12: 14). Cuando pertenecemos a Dios, él nos imparte su santidad.
Otra consecuencia de pertenecer a Cristo, es que seremos sin mancha, otra manera de hablar de la santidad. Como los sacrificios del santuario eran sin mancha, así quiere Cristo que sean todos los que le pertenecen. Así como somos santos en él, también somos sin mancha por causa suya. Él ha lavado nuestros pecados con su sangre y envía su Espíritu para limpiarnos día a día. Por eso se nos promete que algún día «seremos semejantes a él, porque lo vere­mos tal como él es» (1 Juan 3: 2).
Reflexionemos: «El blanco a alcanzarse es la piedad, la semejanza a Dios» (La educación, p. 16).

Predestinados para la salvación

Nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el buen propósito de su voluntad (Efesios 1: 5).

OTRA DE LAS BENDICIONES QUE RECIBEN quienes pertenecen a Cristo, es la predestinación. Esta doctrina es compañera de la elección, y así como se ha entendido mal, también se ha tergiversado el concepto de la predestinación. Predestinar significa establecer el destino de antemano. Básicamente, esta doctrina dice que Dios ha establecido el destino de los que ha elegido. Así como la elección bíblica no es arbitraria, tampoco lo es la predestinación. Pero muchas personas creen que hay un destino individual escrito. Son muchos los que creen que está hasta en los astros. Es un concepto implícito en las palabras que se dicen cuando alguien muere: «Le llegó la hora».
Pero la predestinación bíblica, de la que habla Pablo en nuestro pasaje, dice que somos predestinados en Cristo, no individualmente. Quiere decir que todos los que pertenezcan a Cristo, tienen un destino establecido de antemano: la salvación y el reino de Dios. Implica que antes de los tiempos de los siglos, antes que el mundo existiera, Dios estableció el plan de la salvación. Este plan prescribía que los que aceptaran a Cristo como su Señor, tendrían como destino la vida eterna con Dios. También establecía que los que rechazaran a Cristo, estarían destinados a la perdición eterna.
Por lo tanto, el apóstol nos dice que una de las bendiciones maravillosas que tiene el cristiano es que un destino cierto y seguro que Dios ha provisto para él. No tenemos que debatirnos en la duda de si seremos salvos o no. No tenemos que vivir en este mundo con la incertidumbre de cuál será el fin nuestra vida, ni qué nos pasará al fin de nuestra carrera. Con Cristo estamos seguros. No debemos olvidar nunca que esta certidumbre solo la tienen quienes están en él. Es una gran bendición ser predestinados por Dios.

Que Dios te bendiga,

Noviembre, 29 2010

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