Huyendo

Hay muchas personas que aún, en la actualidad, creen que pueden huir de la presencia de Dios. ¿Las razones? Pueden ser diversas, desde estar enojado con Dios y no querer saber más de Él hasta lo que Dios me pide es sencillamente complicado. Sin importar cuál sea la razón, huir de la presencia de Dios es número uno, un acto de desobediencia y, número dos, una salida poco ortodoxa y cobarde a una situación incómoda. El Salmista lo sabía perfectamente al preguntarse: “¿adónde me iré de Tu Espíritu?, o ¿adónde huiré de Tu presencia?” (Salmos 139:7 NBLH). Es literalmente imposible huir de la presencia de Dios, pues uno de sus atributos es justamente la omnipresencia, o sea que Dios está en todas partes, entonces, ¿a dónde puedes ir sin que Él te vea?

Hay una historia de la cual podemos aprender mucho y es la del profeta Jonás, quien intentó, sin éxito, huir de la presencia de Dios. Observa lo que dice la Palabra: “y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová” (Jonás 1:3 RVR1960). Pregunta, ¿por qué Jonás decidió unilateralmente huir de la presencia de Dios? Y digo unilateralmente porque no le dijo a Dios lo que haría. La respuesta está en el verso anterior, levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de Mí” (Jonás 1:2 RVR1960). La razón fue por mera desobediencia, pues Jehová Dios le había dado órdenes claras: (1) levántate y (2) ve y (3) pregona y él básicamente no quiso cumplir con la orden que se le había dado, así pues, ¿cómo podemos decir que amamos a Dios si no cumplimos con Sus mandatos? El Señor Jesús nos dio una clave importante, “si me aman, obedezcan Mis mandamientos” (Juan 14:15 NTV). En otras palabras, demostramos a Dios que le amamos cuando hacemos Su voluntad y cuando nos sujetamos a Él y a Su Palabra. No con esto quiero decir que Jonás no amaba al Señor, pero su rebeldía nos muestra lo que en su corazón había en ese momento.

Sin importar lo que Dios te pida hacer, no hay nada que tú hagas para huir y evitar cumplir con Su propósito. Huir nunca es la respuesta, aun cuando estemos en desacuerdo con Él, debemos recordar lo que Su Palabra nos dice, “Yo sé los planes que tengo para ustedes” (Jeremías 29:11 NTV). Ser parte de un plan de Dios es privilegio, piensa y medita en eso. Si Dios te ha escogido para cumplir un propósito específico, nada podrá detenerte, porque tienes Su respaldo. Saca el fracaso de tu mente, no puede hacer parte de tu vocabulario. El Apóstol Pablo nos insta a hacer lo siguiente: “dejen que el Espíritu les renueve los pensamientos y las actitudes” (Efesios 4:23 NTV). No lo olvides, aún cuando los planes de Dios parezcan descabellados, el huir no hará que no se cumpla el propósito. El huir es una acción y salida cobarde que el enemigo sembrará en tu mente para detener tu proceso. Sigue adelante y cumple el propósito de Dios, nada te detendrá. Espero que esta corta reflexión haya llegado en un momento crucial para ti. No olvides ser de bendición para otros, comparte hoy.

Bajo la guía del Espíritu Santo,

Sergio Meza Padilla

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