«Idilio eterno»

(Víspera del Día de la Raza: Colombia)

«No hemos tenido suerte los colombianos con nuestras estrellas del cine y de la farándula —comenta el periodista y escritor Daniel Samper Pizano—. Es una vieja historia que se repite y vuelve a repetirse. Todo empezó con Catalina, una hermosa indígena caribe nacida cerca de la actual Cartagena de Indias. Hija del cacique Galeras, Catalina fue raptada por un conquistador español en 1509, cuando tenía trece años de edad, y conducida a Santo Domingo, donde aprendió a hablar castellano. Regresó a su tierra natal un cuarto de siglo después convertida en intérprete de lenguas nativas. Al poco tiempo la enamoró otro español, Antonio Montañez, y se marchó con ella a Sevilla.

»Desde entonces no la volvimos a ver, como no sea en las estatuillas que otorga el Festival de Cine de Cartagena, que llevan su nombre e imaginan su figura esbelta como una especie de Penélope Cruz aborigen. Por eso digo que los colombianos hemos tenido mala pata con nuestras estrellas del cine, incluso cuando todavía faltaban cuatro siglos para que naciera el cine.

»El síndrome de la india Catalina se ha multiplicado con los tiempos y con las mujeres guapas y famosas. Los colombianos las gestamos, las parimos, las cultivamos, las embellecemos… y los extranjeros abusivos se las llevan….

»[Esto se debe a que] es tan mísera la realidad de la vida, que el ser humano sueña con ideales imposibles: la Justicia, la Paz, la Felicidad, el Amor. Pocas quimeras iguales al Idilio Eterno, ese nirvana en el que una pareja se ama hasta la consumación de los siglos. El Idilio Eterno se distingue del Amorío Ordinario por la dimensión universal de los obstáculos y contradicciones que debe superar y los valores con que los afronta. Marco Antonio y Cleopatra. Romeo y Julieta… Efraín y María….

»Ambos dignos de amar y ser amados. ¿No son estos los ingredientes característicos del Idilio Eterno? —pregunta el filósofo y humorista colombiano al final de su columna en el segundo número de la Revista Orsai. Y él mismo responde con su característica jocosidad—: Sí. Como todos ellos, será eterno mientras dure. Luego llegará otro Idilio a encarnar la aspiración de felicidad que busca el ser humano.»1

¿Tendrá razón Daniel Samper al calificar el amor como un ideal imposible? Tal vez sí en el sentido de un «Idilio Eterno… en el que una pareja se ama hasta la consumación de los siglos», ya que Jesucristo nos da a entender en los Evangelios que en el mundo venidero no nos casaremos porque seremos como los ángeles del cielo.2 Pero el amor no es un ideal imposible en el sentido de un «amorío extraordinario» que vence todos los obstáculos. Pues Cristo mismo nos amó al extremo de dar su vida por nosotros en una cruenta cruz con el fin de que en este mundo pudiéramos disfrutar de vida plena, y en el mundo venidero, de vida eterna con un cuerpo inmortal y una naturaleza sobrehumana. Más vale, entonces, que como personas creadas a su imagen y semejanza, dignas de amar y ser amadas, aceptemos ese amor que nos ofrece como un verdadero «idilio eterno».

Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net


1Daniel Samper Pizano, «¿Un nuevo Idilio Eterno?», Revista Orsai, Número 02, Columna de Opinión, 18 abril 2011 <http://editorialorsai.com/revista/post/n2_samper> y <http://issuu.com/revista_orsai/docs/orsai_n2> Barcelona, España, pp. 20-27; En línea 19 octubre 2015.
2Mt 22:30; Mr 12:25; Lc 20:35

Un Mensaje a la Conciencia

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