«La Saeta Rubia» y los Mundiales de Fútbol
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En 1947, Alfredo di Stéfano, a los veintiún años, marcó veintisiete goles jugando por el Club Atlético de River Plate los treinta partidos del campeonato de fútbol argentino. Fue durante esa temporada, su primera como máximo goleador de Primera División, que recibió el apodo de «la Saeta Rubia» debido al color de su cabello y a que era tan rápido como una flecha. Era tal su velocidad que, cuando salía disparado en el terreno de juego, la hinchada de River vitoreaba esas arrancadas cantando: «¡Socorro, socorro! / ¡Ahí viene la Saeta / con su propulsión a chorro!»
Ese mismo año Di Stéfano integró la Selección Argentina que ganó el Campeonato Suramericano de Guayaquil, marcando seis goles en seis partidos. Con semejante talento, era de esperarse que tuviera la oportunidad de jugar en tres Copas del Mundo antes de cumplir los treinta y dos años. Pero tuvo más bien la mala suerte de que en el Mundial de Brasil 1950 y en el de Suiza 1954 Argentina decidió no participar, y en el Mundial de Suecia 1958, jugando él por el Real Madrid y por la Selección Española luego de obtener la ciudadanía, España no clasificó.
Su última oportunidad habría de ser, entonces, el Mundial de Chile 1962, al que sí clasificó la Selección de España que él integraba. Di Stéfano no había podido jugar contra el Brasil en que figuró Pelé en el Mundial de Suecia, y no había enfrentado a Pelé sino una sola vez en un partido amistoso entre Real Madrid y Santos en el Estadio Bernabéu en 1959. Pero en Chile él y Pelé formarían parte de sus respectivas selecciones nacionales, programadas para enfrentarse en el tercer partido de la primera ronda del torneo.
Lamentablemente, ni el uno ni el otro jugaron ese 6 de junio en el único partido de un Mundial en que pudieron haberse enfrentado, siendo dos de los mejores jugadores de la historia del fútbol. Pelé había sufrido una lesión que lo había inhabilitado en el partido anterior, y Di Stéfano no se había repuesto de una lesión que había sufrido antes de viajar a Chile. Los padres de Di Stéfano, que viajaron en avión de Buenos Aires a Viña del Mar con pasajes que él les había comprado, regresaron decepcionados de que su hijo no llegó a jugar un solo minuto, por lo que no pudo hacer nada para evitar que Brasil, que repitió como campeón, eliminara a su equipo español con goles marcados por el jugador que reemplazó a Pelé.1
En el transcurso de la vida de «la Saeta Rubia», siempre había quienes proclamaban que él era el mejor jugador del mundo, incluso Pelé, que llegó a decir, con encomiable modestia, que Di Stéfano era mejor que él.2 Pero una de las frases lapidarias por las que se recuerda a Di Stéfano mismo es la que él dio como respuesta a su propio interrogante: «¿Yo el mejor del mundo? ¡Ahora llaman el mejor a cualquiera!»3
Con mayor razón determinemos nosotros que vamos a acatar el proverbio del sabio Salomón que dice: «No presumas de ti mismo; deja que te alaben los demás.»4
Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
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1 | Alfredo di Stéfano (con la colaboración de Enrique Ortego y Alfredo Relaño), Gracias, vieja: Las memorias del mayor mito del fútbol (Madrid: Grupo Santillana de Ediciones, 2000), pp. 392,191-95; Ian Hawkey, Alfredo di Stéfano: La historia completa, trad. Enrique Alda (Barcelona: Editorial Córner, Roca Editorial de Libros, 2017), pp. 286-88. |
2 | Ángel Sastre, «Desde Brasil, un llanto mundial», Diario La Razón, Buenos Aires, 8 julio 2014 <https://www.larazon.es/deportes/futbol/desde-brasil-un-llanto-mundial-BM6853838> En línea 10 julio 2022. |
3 | Luis Miguel González, «Un año sin Di Stéfano: recuerdo de sus geniales y lapidarias frases», Diario El Confidencial, 7 julio 2015 <https://www.elconfidencial.com/deportes/futbol/ 2015-07-07/di-stefano-bernabeu-real-madrid_915527> En línea 9 julio 2022. |
4 | Pr 27:2 (TLA) |