«Mi esposa es mi medio hermana»
En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue:
«Soy un padre de cuarenta y un años con un matrimonio de doce años…. He tenido que vivir con una carga inmensa sobre mi conciencia todos estos años….
»Varias veces he querido acercarme a Dios, pero la culpa ha sido más fuerte. Mi pastor me ha dicho que esto proviene de la raíz de que ella es mi medio hermana, hija de mi padre, y que debo separarme….
»… Dios en su Palabra prohíbe esta relación específica, pero estoy casado y tengo una familia, cuatro hijos que me aman y me esperan. No sé si debo divorciarme y dejarlos. ¡Ayúdeme, por favor!»
Este es el consejo que le dio mi esposa:
«Estimado amigo:
»Tiene razón de que hay varios versículos en la Biblia que prohíben el matrimonio entre parientes cercanos. Uno de esos versículos, Levítico 18:9, especifica que no debemos casarnos con una hermana o medio hermana.
»Se cree que esa ley no se le dio a Adán y a Eva en el principio porque había tan pocas personas que era imposible evitar casarse con un pariente cercano. Pero cuando la tierra ya estaba más poblada, Dios quiso evitar las consecuencias físicas y emocionales negativas, así que estableció reglas para lograrlo.
»Basados en estudios científicos que han demostrado que es más probable que los hijos de parientes biológicos cercanos nazcan con defectos congénitos, muchos países del mundo han aprobado leyes para evitar los matrimonios entre hermanos. Usted no dice que ninguno de sus cuatro hijos padece de defectos congénitos, con lo que demuestra que los defectos congénitos son posibles, pero no indefectibles….
»En el caso suyo, sus hijos ya han nacido y necesitan su amor, atención y apoyo. Si bien le instamos a que evite futuros embarazos, no creemos que, a estas alturas, Dios quiera que se separe de su esposa y de su familia.
»Es cierto que usted quebrantó la ley de Dios cuando se casó con su medio hermana. Sin embargo, Él puede perdonar ese pecado, así como está dispuesto a perdonar todos los demás pecados que usted haya cometido. Jesucristo, el Hijo de Dios, murió para llevar el castigo por todos nuestros pecados, así que no tenemos que vivir sintiéndonos culpables y condenados. Pídale que lo perdone por haberlo desobedecido, y luego confíe en que Él lo perdonará. El pecado sí nos separa de Dios, pero Cristo hace posible que nos reconciliemos con Él.
»En el caso de que algunos de sus hijos padezcan defectos congénitos, entonces esas son las consecuencias naturales del pecado que usted cometió, y no un castigo de parte de Dios. Él no quita las consecuencias naturales, pero sí quita las consecuencias eternas cuando le pedimos que nos perdone.»
Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, puede leerse con sólo ingresar en el sitio www.conciencia.net y pulsar la pestaña que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 546.
Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net