«No valgo nada»

En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos:

«Durante mi niñez sufrí abuso sexual por parte de varios miembros de mi familia en repetidas ocasiones. Cada vez que se lo mencionaba a mi madre, ella me decía que yo me lo merecía porque yo era una niña cochina y muy mentirosa. Siempre me hizo creer que yo [me] lo imaginaba, como si estuviera loca.

»Han pasado muchos años. Ya soy una abuelita, y me siento una persona sucia y mala…. Ahora mi madre me reprocha el que yo no quiera perdonar. Me dice que Jesucristo dijo que debo perdonar setenta veces siete. Ella quiere que los traiga a vivir a mi casa….

»¡Tengo mi corazón tan lleno de dolor y veneno! … Yo sé que nunca voy a ir al cielo porque no puedo perdonar…. Le fallé a Dios…. No valgo nada como madre o como persona.»

Este es el consejo que le dio mi esposa:

«Estimada abuelita:

»¡Lo que usted sufrió durante su niñez me quebranta el corazón! Los miembros de su familia abusaron de usted sexualmente, y su mamá abusó de usted emocionalmente. En vez de protegerla a usted, ella protegió el sucio secreto de la familia. Hizo que sintiera que usted tenía la culpa por todo lo que ellos habían hecho. Ella asaltó su autoestima…. Con razón que la consumen el dolor y el resentimiento.

»No hay criatura alguna que sea culpable de haber sufrido abuso por parte de un adolescente mayor o de un adulto. Sin que importen las veces que su mamá le dijo que usted tenía la culpa, ¡ella estaba mintiendo! La llamó mentirosa a usted, siendo ella la que estaba mintiendo. Mientras otros abusaban del cuerpo suyo, ella abusó de su mente. Sólo Dios puede juzgar la maldad de la que usted fue víctima, pero puede estar segura de que Él lo hará….

»Todos hemos pecado, pero Dios nos amó mientras todavía éramos pecadores. Nos amó a tal grado que envió a su Hijo Jesucristo para morir por nosotros y quitar esos pecados.1 Ninguno de nosotros merece semejante amor. Y nadie merece ir al cielo. Pero debido a Cristo, todos podemos recibir el perdón e ir al cielo si lo reconocemos como nuestro Salvador y pedimos perdón por nuestros pecados. Usted no es la excepción.

»Tiene razón que Dios espera que perdonemos como hemos sido perdonados. Pero el perdón no es un sentimiento; es un acto de nuestra voluntad. No es necesario que tenga deseos de hacerlo. Ni es necesario que siga escuchando las mentiras de su familia. El perdonarlos no quiere decir, en definitiva, que debe permitir que vivan con usted. Puede optar por perdonarlos, no porque lo merezcan sino porque es lo que más le conviene para su propia salud y su bienestar.»

Hasta aquí lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, se puede leer si se ingresa en el sitio www.conciencia.net y se pulsa la pestaña que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 514.

Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net


1Jn 3:16; Ro 5:8

Un Mensaje a la Conciencia

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