Para que no muriera su hijo
—Tía Roma, ¿crees tú que se salva [mi hijo Valentín]?
—[Don Francisco], será lo que Dios quiera, y nada más. Yo se lo he pedido anoche y esta mañana a la Virgen del Carmen con tanta devoción, que más no puede ser, llorando a moco y baba. ¿No me ve cómo tengo los ojos?
—¿Y crees tú…?
—Yo tengo esperanza, señor. Mientras no sea cadáver, esperanzas ha de haber, aunque digan los médicos lo que dijeren….
—¿Qué te parece esta perla, tía Roma?
—Bonita de veras…. Valdrá miles de millones….
—Pues esta perla —dijo [don Francisco] Torquemada en tono triunfal— es para la señora Virgen del Carmen. Para ella es si pone bueno a mi hijo. Te la enseño, y pongo en tu conocimiento la intención para que se lo digas. Si se lo digo yo, de seguro no me lo cree.
—Don Francisco —[contestó ella,] mirándolo con profunda lástima—, usted está malo de la jícara. Dígame, por su vida, ¿para qué quiere ese requilorio la Virgen del Carmen?
—Toma, para que se lo pongan el día de su santo, el dieciséis de julio. ¡Pues no estará poco [bonita] con esto! Fue regalo de boda de la excelentísima señora marquesa de Tellería. Créelo, como [esta perla] hay pocas.
—Pero, don Francisco, ¡usted piensa que la Virgen le va a conceder…!… ¡Valiente caso hace la Virgen de perlas y pindonguerías!… Créame a mí: véndala y deles a los pobres el dinero.
—Mira, tú, no es mala idea —dijo el tacaño [Torquemada], guardando la joya—. Tú sabes mucho. Seguiré tu consejo, aunque, si he de ser franco, eso de dar a los pobres viene a ser una tontería, porque cuanto les das se lo gastan en aguardiente. Pero ya lo arreglaremos de modo que el dinero de la perla no vaya a parar a las tabernas…1
Pensándolo bien, don Francisco tiene razón… en parte. Es buena la idea de la tía Roma en este pasaje de Torquemada en la hoguera, obra del escritor Benito Pérez Galdós, que ha sido considerado como el creador de la novela moderna en España y el más destacado novelista español desde Cervantes.2 Y es bueno hacer lo posible para que el dinero que damos a los pobres no lo malgasten en aguardiente en lugar de la comida que necesitan. Pero Torquemada no tiene razón al decir que es una tontería ser caritativo con los pobres ni al pensar que es sensato tratar de comprar con regalos a quien se le ha pedido que haga un milagro, al igual que sería insensato tratar de sobornar a Dios mismo.
Es que el sólo hecho de ser Dios imposibilita que sea víctima de algún soborno. Moisés, el autor de los primeros cinco libros de la Biblia, lo califica más bien como el «Dios de dioses y Señor de señores… el gran Dios… que no actúa con parcialidad ni acepta sobornos».3 «Su poder hace temblar a todo el mundo. Cuando Él toma una decisión, lo hace con justicia y nadie lo puede sobornar.»4 Por eso nos advierte San Pablo: «No crean ustedes que pueden engañar a Dios. Cada uno cosechará lo que haya sembrado.»5 Más vale entonces que sembremos buenas obras para cosechar fruto de ellas. Pues, como dice otro refrán: El bien se siembra en el suelo y se recoge en el cielo.
Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
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1 | Benito Pérez Galdós, Torquemada en la hoguera, publicado en Colección Alianza Cien (Madrid, Alianza Editorial, 1996), pp. 80‑82; y Diego Marín, Literatura española, Tomo 2: Época moderna, «Torquemada en la hoguera» (New York: Holt, Rinehart and Winston, 1968), pp. 121-22. |
2 | Marín, «Benito Pérez Galdós (1843-1920)», p. 93. |
3 | Dt 10:17 (NVI) |
4 | Dt 10:17 (TLA) |
5 | Gá 6:7 |