Por aconsejar una jugada de ajedrez que resultó en mate
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(Víspera del Día Mundial del Ajedrez)
«Se sabe, por tradición, que los capitanes [Hernando] de Soto, Juan de Rada, Francisco de Chaves, Blas de Atienza y el tesorero Riquelme se [reunían] todas las tardes, en Cajamarca, en el [apartamento] que sirvió de prisión al Inca Atahualpa desde el día 15 de noviembre de 1532, en que se efectuó la captura del monarca, hasta la antevíspera de su injustificable sacrificio, realizado el 29 de agosto de 1533.
»Allí, para los cinco [mencionados] y tres o cuatro más… funcionaban dos tableros [de ajedrez], toscamente pintados, sobre la respectiva mesita de madera. Las piezas eran hechas del mismo barro que empleaban los indígenas para la fabricación de idolillos y demás objetos de alfarería aborigen…. Hasta los primeros años de la república no se conocieron en el Perú otras piezas que las de marfil, que [enviaban] para la venta los comerciantes filipinos.
»Honda preocupación abrumaría el espíritu del Inca en los dos o tres primeros meses de su cautiverio, pues aunque todas las tardes tomaba asiento junto a Hernando de Soto, su amigo y amparador, no daba señales de haberse dado cuenta de la manera como actuaban las piezas ni de los lances y accidentes del juego. Pero una tarde, en las jugadas finales de una partida… entre Soto y Riquelme, hizo ademán Hernando de movilizar el caballo, y el Inca, tocándole ligeramente en el brazo, le dijo en voz baja:
»—No, capitán, no… ¡El castillo!
»La sorpresa fue general. Hernando, después de breves segundos de meditación, puso en juego la torre, como le aconsejara Atahualpa, y pocas jugadas después sufría Riquelme inevitable mate.
»Después de aquella tarde, y cediéndole siempre las piezas blancas en muestra de respetuosa cortesía, el capitán don Hernando de Soto invitaba al Inca a jugar una sola partida, y al cabo de un par de meses el discípulo era ya digno del maestro. Jugaba de igual a igual….
»La tradición popular asegura que el Inca no habría sido condenado a muerte si hubiera permanecido ignorante en el ajedrez. Dice el pueblo que Atahualpa pagó con la vida el mate que por su consejo sufriera Riquelme en memorable tarde. En el famoso consejo de veinticuatro jueces, consejo convocado por Pizarro, se [le] impuso a Atahualpa la pena de muerte por trece votos contra once. Riquelme fue uno de los trece que suscribieron la sentencia.»1
En esta Tradición peruana, Ricardo Palma relata el desenlace fatal que puede resultar de guardarle rencor a quien ha herido nuestro orgullo y de no perdonarlo incluso cuando no debimos habernos resentido. Para rematar, don Ricardo bien pudo haber citado el famoso consejo que nos dejó el apóstol Pablo como la solución a semejante mala actitud y conducta de nuestra parte: que la sentencia que dictemos no sea desearles lo peor a otros sino más bien dar muerte a nuestro enojo y a todos nuestros malos deseos.2
Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
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1 | Ricardo Palma, «Los Incas ajedrecistas: Atahualpa», Cien tradiciones peruanas (Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1977), pp. 425-27 <https://latinoamericanauno.files.wordpress.com/2012/10/ palma-ricardo-cien-tradiciones-peruanas.pdf> En línea 8 febrero 2023. |
2 | Col 3:5-8 |