¿«Por quién doblan las campanas» en Barcelona?

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Imagen por twiga269 ॐ FEMEN

(Antevíspera del Aniversario de la Muerte de Antoni Gaudí)

«El 12 de junio de 1926 es un día especial para Barcelona. La ciudad se despierta preguntándose por quién doblan las campanas. Al final todo el mundo lo sabe: es por Gaudí, a quien van a enterrar esa tarde.» Así comienza la novela histórica titulada Yo, Gaudí, escrita por el músico y escritor barcelonés Xavier Güell, tataranieto de Eusebio Güell, el gran amigo y mecenas del genial arquitecto catalán.

«El cortejo comienza a ponerse en movimiento en dirección a las Ramblas —continúa narrando Güell—…. “¡Es Gaudí!” —exclama un anciano… emocionado ante la oportunidad de rendir tributo al creador [del templo] de la Sagrada Familia—…. Mire, ahí está Josep Maria Jujol, el discípulo de Gaudí…. Y junto a él va un joven…. Es el doctor Alfonso Trías, vecino de Gaudí en el Parque Güell.”

»… La carroza con los restos de Gaudí llega por fin a la explanada de la Sagrada Familia [donde se han congregado unas cinco mil personas]…. [Antoni] Gaudí está en el lugar de su destino, en el templo que ha querido convertir en la obra de su vida….

«Los comentarios sobre las circunstancias de su muerte, que tanta tinta han hecho correr en los periódicos durante las últimas cuarenta y ocho horas, se mezclan con el dolor de la gente que recorre la ciudad vestida de negro en señal de luto…. [Es que] Gaudí [había salido caminando] de la Sagrada Familia… y… al cruzar la Gran Vía… [lo había arrollado] un tranvía…. El conductor, al pensar que se [trataba] de un vagabundo ebrio, [había seguido] su trayecto sin detenerse….

»Dos peatones [habían acudido] en su ayuda sin reconocerlo, [y] tampoco lo [habían podido] identificar al carecer de documentos, [ya que] sólo [se encontraban] entre sus pertenencias un pañuelo, una llave, un puñado de nueces en los bolsillos y una pequeña Biblia ensangrentada que [sostenía] en su mano derecha, cerca del corazón. [Habían parado] un taxi, y después a tres más. [Pero] no [habían querido] socorrerlo. ¿Para qué? Sólo [era] un pobre diablo que ensuciaría sus tapicerías….

»Un guardia civil [había obligado luego] a uno de ellos a llevarlo al dispensario de la ronda de San Pedro…. [Más tarde, trasladado al] hospital de la Santa Cruz, lo [habían confundido] de nuevo con un mendigo y lo [habían destinado] a una sala común….

»[Sus más allegados] lo [habían encontrado] al fin en el hospital de la Santa Cruz… inconsciente, con la cara extrañamente iluminada, los labios negros y la mano sujetando una pequeña Biblia ensangrentada. El médico les [había dicho] que no [viviría] más allá de uno o dos días….

»El barón de Viver, alcalde de Barcelona, se [había ofrecido] a llevarlo a una clínica privada, donde [recibiría] un tratamiento mejor. Pero Gaudí se [había negado]. [Quería] morir como [había] vivido siempre, entre gente sencilla.

»Durante los dos días siguientes [había permanecido] tranquilo; a veces [suspiraba] y con la mano aferrada a su Biblia, [repetía]: ¡Jesús, Déu meu [Dios mío]!

»[Esas fueron] sus últimas palabras.»1

Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net


1Xavier Güell, Yo, Gaudí (Narrativa) (Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2019), pp. 2,6-14.

Un Mensaje a la Conciencia

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