SANTIFICACION, NO PERFECCIONISMO
Santificación, no perfeccionismo
En cambio, el fruto del Espíritu es amabilidad, bondad, fidelidad, amor, alegría, paz, paciencia, humildad y dominio propio (Gálatas 5:22, 23).
OTRO ERROR QUE ALGUNOS COMETEN con la santificación es el opuesto del que leyó hace unos días. Consiste en pretender que el cristiano debe ser perfectamente santo para entrar en el reino de Dios. A esto se refiere el perfeccionismo del que hablé anteriormente. Hay personas que luchan con valor y sinceridad por alcanzar la santidad absoluta, porque piensan que de lo contrario no podrán entrar en el cielo. Se acuerdan del pasaje que dice: «Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor» (Heb. 12: 14); y piensan que si no logran alcanzarla, nunca podrán estar en la presencia de Dios. Reflexionan en los 144,000 sellados del Apocalipsis, que se presentan intachables delante del trono de Dios, y procuran ser santos para pertenecer a ese grupo. Debemos recordar que la santidad perfecta no es alcanzable por el ser humano. Pero el hecho de que no podamos ser absolutamente santos en este mundo, sino cuando Cristo vuelva y seamos transformados a su imagen gloriosa, de ninguna manera elimina la búsqueda de la santidad diaria. La actitud correcta del cristiano debe ser la de Pablo: «No que ya lo haya alcanzado, pero prosigo al blanco» (Fil. 3: 13, 14).
Desafortunadamente, en este intento de buscar la santidad absoluta, algunos se frustran y pierden interés en la vida cristiana. Otros, por algún tipo de desequilibrio emocional, o engaño satánico, se convencen de que ya han logrado la santidad y viven una vida cristiana falsa e irreal. En el movimiento adventista hubo personas que cayeron en ese error fatal (véase Maranata, p. 233).
Notemos estas palabras inspiradas: «La santidad no es arrobamiento; es una entrega completa de la voluntad a Dios; es vivir de toda palabra que sale de la boca de Dios; es hacer la voluntad de nuestro Padre celestial; es confiar en Dios en las pruebas y en la oscuridad tanto como en la luz; es caminar por fe y no por vista; y fiarse de Dios con confianza que no vacile, y descansar en su amor» (Dios nos cuida, p. 82).
La obediencia
Como hijos obedientes, no se amolden a los malos deseos que tenían antes, cuando vivían en la ignorancia (1 Pedro I: 14).
EL ASUNTO DE LA SANTIFICACIÓN ESTÁ ÍNTIMAMENTE relacionado con la obediencia. Esta es la disposición del justificado a seguir las indicaciones de su Señor. El que ha recibido la justicia de Cristo, se convierte en su seguidor. El discípulo debe seguir las enseñanzas y los caminos de su Maestro. Muchos textos de los Evangelios muestran que Jesús siempre invitaba a quienes sanaba o perdonaba, a que lo siguieran. Así, los que hemos sido justificados nos convertimos en seguidores de Jesús.
Imitar a Jesús implica seguir sus indicaciones. El discípulo está dispuesto a cumplir los mandatos de su Maestro. No se esperaría que fuese de otra manera, especialmente por el hecho de que hemos decidido seguir a Jesús voluntariamente y no a la fuerza. Es la misma razón por la que Pablo le ordenaba ciertas cosas a Filemón, quien era su discípulo, confiado en que las haría: «Te escribo confiado en tu obediencia, seguro de que harás aun más de lo que te pido» (File. 21).
Cuando seguimos a Jesús, lo hacemos porque nos ha salvado; al redimirnos, se convierte en nuestro Líder y Maestro; al ser nuestro Guía, lo seguimos gustosamente. Por eso, el discípulo es una persona que sigue con placer a su Maestro; sus órdenes no son una imposición, sino una manera de guiar en el camino.
Pero Jesús no es un maestro que requiera sumisión y no esté dispuesto a darla. Él mismo ha demostrado cómo ser obediente. El apóstol nos dice: «Y al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte”, ¡y muerte de cruz!» (Fil. 2: 8). Jesús fue obediente a su Padre. Nos dice que cuando le obedecemos, en realidad nos sometemos a la voluntad del Padre. Él nos señaló que el camino de la obediencia es el mejor a seguir.
Que Dios te bendiga, oramos por ti!
Mayo, 16 2010
Que inresante es este tema la justificación por la fe, debemos saber que a menos que no nos pongamos en manos de nuestro Dios no vamos a ser justicado por nosotros mismo no podemos hacer nada, la palbra dice que nosotros somos santos pero eso no quiere decir que por si solo lo podemos hacer porque solamente cuando hagamos su voluntas entonces si vaver una transormación en nosotros Dios los bendiga