Se había apartado
Últimamente, a mi esposa el Señor le ha hablado de pecado oculto, de traer a la luz todo aquello que retrasa el tiempo y el propósito de Dios. Y es que sabemos que muchos “creyentes” han consentido con el pecado y se han habituado a una doble vida cristiana: yendo a la iglesia para congregarse, pero sumidos en actitudes pecaminosas que no agradan al Señor. Hay un caso bíblico de una vida pecaminosa y de servicio a Dios que me llama profundamente la atención y es la historia de Sansón, y justamente ayer a mis hijas les enseñaban en la escuela dominical la historia de este juez del pueblo de Israel.
Mira lo que dice la Biblia al respecto del caso de pecado de Sansón: “y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él” (Jueces 16:20 RVR1960). Sansón tuvo un llamado y un propósito tremendo en el Señor. Desde pequeño, había sido consagrado para la obra, pero sus deseos estuvieron por encima de su llamado y del amor a Dios. Se dejó llevar por los placeres de la vida, la cual lo llevó a su destrucción ministerial y a su muerte, tanto espiritual como física. Lo mismo también te puede suceder a ti si intentas vivir una doble vida, aparentando algo que no eres. ¿De qué te sirve aparentar ser un buen cristiano cuando delante de Dios tu santidad se ve comprometida? ¿Acaso piensas que puedes jugar con la misericordia de Dios y darle vía libre a tus concupiscencias? ¿Crees que puedes jugar al cristiano dentro de la iglesia? Pues hoy quiero decirte que todo tiene un límite y Sansón llegó a conocerlo.
Sansón es un ejemplo de aquellos creyentes que piensan que Dios permanecerá con ellos aún cuando llevan una vida pecaminosa e inmoral. Dios se apartó de Sansón debido a su continua desobediencia y, porque, donde hay pecado Él simplemente se aleja. Antes de morir, al Señor Jesús le pasó esto: “cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46 RVR1960) y sabes ¿por qué? Porque en ese instante Él estaba cargando con todos los pecados de la humanidad y Su Padre no está donde hay pecado, por eso Cristo sintió que lo había abandonado, tal cual le sucedió a Sansón. La lección que podemos aprender de Sansón es que el Señor puede apartarse de una persona pecadora sin que ella se dé cuenta. No esperes a que algo tan espantoso como esto te acontezca. Es hora de volverse al Padre Celestial y restablecer lo que se había perdido. Si este mensaje habló a tu vida tremendamente y fue de edificación, entonces sé de bendición para otros y compártelo. Dios te bendiga sobreabundantemente hoy y siempre.
Bajo la guía del Espíritu Santo,
Sergio Meza Padilla