Un regalo de Dios para los científicos modernos
(Día de Darwin)
«A mediados de septiembre de 1835 la nave Beagle fondeó cerca de la orilla de San Cristóbal, la más oriental de las Islas Galápagos. Montadas a horcajadas sobre la línea ecuatorial, estas islas del Pacífico no eran un paraíso frondoso sino seco y relativamente estéril. Durante las cinco semanas siguientes Carlos Darwin recorrió arduamente aquellos campos de lava calcinados por el sol, matorrales espinosos y nublados bosques y praderas, recolectando muestras a medida que exploraba.1
»Al joven Darwin lo intrigó lo que halló en estas islas solitarias, ubicadas a unos mil kilómetros de la costa de Suramérica. Iguanas gigantes disfrutaban del sol en las costas rocosas, mientras tortugas gigantes terrestres recorrían con pesadez los senderos más trillados tierra adentro. No todo el trabajo de Darwin era formal. Resultaron graciosos sus intentos de mantenerse sobre el lomo de una de las tortugas gigantes….
»Lo que Darwin no halló en las Galápagos fue evidencia para… su teoría… de la selección natural…. A fines de 1838, luego de haber terminado de escribir El viaje del Beagle, leyó el libro escrito por el Reverendo Thomas Malthus titulado Ensayo sobre el Principio de la Población. Malthus sostenía que la miseria ocurre debido a que los seres humanos se reproducen más rápido que las provisiones de alimento. De modo que él proponía suprimir la asistencia pública que recibían los pobres y dejar que se murieran de hambre si era necesario. Según las presuntas “leyes” del crecimiento de la población, el permitir que los pobres siguieran reproduciéndose sin restricción alguna generaría una lucha para obtener los recursos que paralizaría al pueblo y la economía de los ingleses.
»Darwin aplicó esa manera de pensar a las poblaciones de plantas silvestres y animales salvajes, y se dio cuenta de que sólo algunos individuos sobreviven y así logran prolongar su especie. Y concluyó que solamente los más capaces de competir y valerse de los recursos disponibles sobrevivían y lograban producir la siguiente generación. No fue sino hasta entonces que la selección natural llegó a ser parte importante de su teoría general. Fue sólo cuando escribió su famoso libro Sobre el origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida que Darwin insinuó que era probable que la selección natural haya ocurrido en las Islas Galápagos.»2
Así describe el botánico Roger Sanders una parte de lo que Carlos Darwin halló y no halló cuando llegó a las Galápagos en 1835. «Las Islas Galápagos son un regalo que Dios les ha dado a los científicos modernos para ayudarles a conocerlo mejor y a comprender cómo obró Él en el pasado y en el presente —concluye el profesor Sanders—. Además, Dios nos ha dado su Palabra como guía, y la mente, el tiempo y los recursos necesarios para que los invirtamos con sabiduría y así logremos que progrese nuestro entendimiento…»3
Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net
1 | Roger Sanders, «Finding God in Galápagos» [Encontrando a Dios en Galápagos], AnswersMagazine.com [Revista de Respuestas.com], enero-marzo 2009, pp. 40-45 (Traducción mía) <https://assets.answersingenesis.org/doc/articles/pdf-versions/galapagos.pdf> En línea 1 septiembre 2020. |
2 | Charles R. Darwin, On the Origin of Species by Means of Natural Selection, or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life, 1a. ed. (Londres: John Murray, 1859), pp. 400–401, citado en Sanders, «Finding God in Galápagos». |
3 | Sanders, «Finding God in Galápagos». |