Volviendo a casa

Hay muchas circunstancias que hacen que nos separemos de la presencia de Dios. El pecado es una de las principales, pues cuando pecamos esa comunicación con el Padre se rompe en inmediatamente. Es así como entristecemos al Espíritu Santo que mora en nosotros. Otra razón que incide para apartarnos de la presencia del Todopoderoso son las pruebas. Hay muchos creyentes que, en medio de la prueba, lo dejan todo tirado y se alejan… Perdiendo de esa manera todo lo que habían logrado construir al lado de Dios. Tiran por la borda tantos esfuerzos y sacrificios, ¿no es así? Pero cuando nos alejamos de la presencia de Jehová, nos cuesta mucho volver a recuperar aquello que, con tanto esfuerzo, habíamos logrado.
La Biblia nos habla de la parábola del hijo pródigo y del recibimiento que hizo el padre cuando el hijo regresa a casa. Hoy deseo compartir con ustedes una hermosa enseñanza, vayamos a:
Lucas 15:18 – RVR1960, “Me levantaré e iré a mi padre; y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.”
Lo más importante que podemos hacer cuando nos alejamos de Dios es tomar la firme determinación de recuperar todo lo que habíamos ganado, todo lo que habíamos logrado. Esa misma determinación hace que los cielos se muevan y el Padre sea conmovido. Por eso, el hijo pródigo dice: me levantaré e iré a mi padre, ya había tomado la determinación, pues había vivido en la inmundicia del pecado y se dio cuenta que con su padre lo tenía todo y ahora que “pasaba trabajo” quizá recordó que nunca debió haber salido de casa. Dios permite que todas estas cosas sucedan para que sepamos que a Su lado somos más que vencedores, que lo tenemos todo y que somos completos, nada nos faltará (Salmo 23:1 – RVR1960).
Pero al tomar la determinación de volver a casa, debemos tener en cuenta dos aspectos bien fundamentales:
Uno, El Arrepentimiento. Esta condición debe existir antes de tomar cualquier determinación, y quizá te preguntes por qué. Porque sin arrepentimiento de corazón no habrá cabida para el perdón. Un corazón arrepentido experimenta tribulación y no quiere volver a pasar por esa misma experiencia.
El segundo aspecto es La Conversión, ya que con ella lo que sucede es que decidimos no volver a pecar, no volver a cometer la misma falla. Es decir que si mi pecado fue el adulterio, debo determinar no volver a ser adultero nunca más y mantenerme firme en esa decisión. Con estas dos condiciones podemos volver a casa y nuestro Padre, de seguro, preparará gran banquete para recibirnos y dirá lo siguiente: “porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado” (Lucas 15:24 – RVR1960). La alegría que siente el Señor al saber que sus ovejas regresan debe ser inmensa, por eso se dice que cuando un pecador se arrepiente hay fiesta en los cielos, imagínate ¿cuántas fiestas hay en el cielo todos los días? Pues te puedo asegurar que cada día alguien se arrepiente de haber vivido en pecado y decide vivir una vida agradable delante la presencia de Dios.
En estos momentos no sé en qué condiciones espirituales te encuentres. Pero si eres aquel hijo pródigo del cual habla La Palabra, déjame decirte que aún estás a tiempo para volver en sí, regresar al camino original. Hoy es un día de tomar decisiones radicales y “determinarás asimismo una cosa, y te será firme” (Job 22:28 – RVR1960). Llegó la hora de arrepentirse y convertirse, este es el momento para volver a recuperar lo que con tanto esfuerzo y dedicación habías alcanzado en el Señor. ¿Quieres volver a experimentar lo que es estar en la presencia de Dios? Entonces, ya es tiempo de volver a casa, tu Padre te espera.
Dios bendiga tu vida poderosamente. No olvides ser de bendición para otras personas, comparte este mensaje, ¿aceptas el reto?
Bajo la guía del Espíritu Santo,
Sergio Meza Padilla
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