EL CONSUELO DE DIOS

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Yo, yo soy vuestro consolador.

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación,  el cual nos consuela en toda tribulación nuestra, para que nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción con el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios.

Como un padre se compadece de sus hijos, así se compadece el Señor de los que le temen. Porque El sabe de qué estamos hechos, se acuerda de que somos sólo polvo.

Como uno a quien consuela su madre, así os consolaré yo.

Echando toda vuestra ansiedad sobre El, porque El tiene cuidado de vosotros.

Mas tú, Señor, eres un Dios compasivo y lleno de piedad, lento para la ira y abundante en misericordia y verdad.

El os dará otro Consolador….   el Espíritu de verdad.   

El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad.

El enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado.

Is. 51:12   II Co. 1:3,4   Sal.103:13,14   Is. 66:13   I P 5:7   Sal.86:15   Jn.14:16,17   Ro.8:26   Ap.21:4

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