EL SANA LAS HERIDAS

He visto sus caminos, pero lo sanaré.

Yo, el Señor, soy tu sanador.

Oh Señor, tú me has escudriñado y conocido. Tú conoces mi sentarme y mi levantarme; desde lejos comprendes mis pensamientos. Tú escudriñas mi senda y mi descanso, y conoces bien todos mis caminos.

Has puesto nuestras iniquidades delante de ti,  nuestros pecados secretos a la luz de tu presencia.

Y no hay cosa creada oculta a su vista, sino que todas las cosas están al descubierto y desnudas ante los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.

Venid ahora, y razonemos–dice el Señor– aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, como blanca lana quedarán.

 Que tenga piedad de él, y diga:  “Líbralo de descender a la fosa,  he hallado su rescate”.

Mas Él fue herido por nuestras transgresiones,  molido por nuestras iniquidades. Él castigo, por nuestra paz, cayó sobre El, y por sus heridas hemos sido sanados.

Me ha enviado para vendar a los quebrantados de corazón.

Tu fe te ha sanado; vete en paz y queda sana de tu aflicción.

Is.  57:18   Ex.15:26   Sal.139:1-3; 90:8   Heb.4:13   Is.1:18   Job.33:24   Is.53:5;  61:1   Mr.5:34

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