LA GLORIA DE DIOS

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Moisés no sabía que la piel de su rostro resplandecía por haber hablado con Dios.

   

No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por tu verdad.

Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer, o sediento, y te dimos de beber?

Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo.

revestíos de humildad en vuestro trato mutuo, porque Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes.

Jesús se transfiguró delante de ellos; y su rostro resplandeció como el sol, y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz.

Y al fijar la mirada en él, (Esteban) todos los que estaban sentados en el concilio vieron su rostro como el rostro de un ángel.

La gloria que me diste les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.

Pero nosotros todos, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu.

Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar; ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa.

Ex.34:29   Sal.115:1   Mt. 25:37   Fil. 2:3   I P. 5:5   Mt. 17:2   Hch.6:15   Jn. 17:22   II Co. 3:18   Mt.5:14,15

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