UN HOGAR ETERNO

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Consuelo eterno.

Yo recordaré sin embargo mi pacto contigo en los días de tu juventud, y estableceré para ti un pacto eterno.

Porque por una ofrenda El ha hecho perfectos para siempre a los que son santificados.

Por lo cual El también es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de El se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos.

Por lo cual también sufro estas cosas, pero no me avergüenzo; porque yo sé en quién he creído, y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel día.

Los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables.

¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?

El Cordero en medio del trono los pastoreará y los guiará a manantiales de aguas de vida, y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos.

Entonces nosotros, los que estemos vivos y que permanezcamos, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes al encuentro del Señor en el aire, y así estaremos con el Señor siempre. Por tanto, confortaos unos a otros con estas palabras.

Este no es lugar de descanso.

Porque no tenemos aquí una ciudad permanente, sino que buscamos la que está por venir.

 

II Ts. 2:16   Ez. 16:60   He. 10:14;  7:25   II Ti. 1:12   Ro. 11:29;  8:35   Ap. 7:17   I Ts. 4:17,18   Mi. 2:10


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