Jesús puede limpiarnos

Él quiere vasos limpios (gente que viva en santidad) que puedan ser utilizados para Su gloria.”

Meditemos por un momento en el libro de San Lucas 19:45  “Y entrando en el templo, comenzó a echar fuera a todos los que vendían y compraban en él, diciéndoles: Escrito está: Mi casa es casa de oración; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones”.

Dios en este tiempo quiere usarnos de una manera en especial y para ello podemos encontrar ciertos pasos o acciones para lograrlo. Él quiere vasos limpios (gente que viva en santidad) que puedan ser utilizados para Su gloria.
 
Viviendo en el Espíritu

La primera gran verdad es no dejar que los deseos de la “carne” puedan tener crecimiento en nuestras vidas. Debemos mantener estos deseos de hacer lo malo sujetos al Espíritu de Dios. El Espíritu debe tomar el primer lugar en nuestras vidas y los deseos de la carne deben quedar a un lado. Si el Espíritu Santo vive y se desarrolla en nosotros, entonces podremos ser realmente usados por el poder de Dios.  

Viviendo según el orden de Dios

La segunda verdad que vemos en este pasaje es que Jesús no solamente limpió el templo sino que también restauró la verdad y el orden divino en los cultos y en la vida del templo. Él les dijo: “De aquí en más mi casa tiene que tener una sola función: no será más un comercio sino que debe ser una casa de oración”. El Señor estaba restaurando algo que ellos no lo tenían muy en claro: el verdadero propósito del templo.
Restaurar la verdad de Dios en la vida del hombre es la función del Espíritu santo, Él quiere acomodar todas las cosas de nuestras vidas, quiere poner todo en orden, es decir, quiere poner las prioridades en orden. Cuando uno está lleno de Dios se da cuenta de las verdaderas prioridades de la vida y las cosas que realmente tienen valor.
A esas cosas debemos darle la mayor parte de nuestro tiempo y a las cosas que no tienen valor real tenemos que desecharlas.

Cuando uno tiene al Espíritu Santo puede darse cuenta de la verdad de Dios, el Señor nos muestra, nos revela y nos ilumina la verdad. Debemos decirle al Espíritu Santo que nos enseñe lo que quiso decir en cada pasaje de la escritura. Él nos enseñará y nos revelará las cosas que no entendamos. Tenemos que decirle al Señor que sea nuestro maestro y consejero y que nos enseñe las verdades que tienen que instalarse en nuestro interior. Dios quiere restaurar el orden divino en tu vida.

Viviendo en la verdad

El orden divino en nuestra vida es primeramente Cristo como Señor y rey absoluto. No eres tú quien manda, quien gobierna, quien tiene derecho a decidir. Tenemos una autoridad absoluta que es Cristo a quien tenemos que sujetarnos y a quien tenemos que darle culto y honor. Es vital sujetarnos a lo que Él dice y no a lo que nosotros decimos.

 
Tenemos que orar diciendo: “Espíritu Santo ordena mi vida para poner en primer lugar a la Palabra de Dios”. Por medio de la Palabra, Dios también pone en orden nuestras prioridades. Dios restauró el templo y también va a restaurar y reordenar nuestra vida para adorarlo a Él. Estamos en esta tierra para adorar a Dios. Debemos ser un motivo de adoración.

 

Viviendo como instrumentos en sus manos

Cuando uno está lleno del Espíritu Santo es un instrumento en las manos de Dios, Él quiere usarte con poder. Cuando estamos limpios y cuando Dios restaura en nuestras vidas la verdad, comienzan entonces a ocurrir milagros y maravillas. No te sorprendas que sucedan cosas grandes por medio de la mano de Dios. Él nos dice: “¿No te he dicho que si creyeres verás la gloria de Dios?”. En este tiempo en donde estamos siendo restaurados vamos a ver la gloria de Dios en una forma concreta y real y en una experiencia diaria.

Viviendo en alabanza

El templo debe ser un lugar de adoración, de permanente alabanza a Dios. La Biblia dice que en el templo después que todos vieron los milagros comenzaron a adorar a Dios y a maravillarlo y a exaltarlo. Nuestra vida tiene que ser una fuente de adoración a Dios. Tienes que ir cantando por las calles, tienes que cantar los coros que aprendes. Recuerda que antes del triunfo viene la alabanza. Grandes victorias en la Biblia se han visto plasmadas a través de la alabanza. Dios en muchas ocasiones les había dicho a los israelitas que ellos solamente tenían que alabarlo y Él se encargaría de la victoria.
Solamente debemos adorar y clamar a Dios. Mientras estés en la prueba, en la lucha canta y la unción va a caer en tu vida y Dios te dará la victoria.

Dios quiere entrar en nuestro “templo” para ayudarnos a limpiarlo. Tenemos que abrir las puertas de nuestro corazón para que Él pueda sacar todo aquello que no le agrada. Dios ve aquello que nosotros no vemos y que nos hace mal. Dios ve lo que nosotros aceptamos como bueno y lo que Él no acepta. Debemos permitirle a Dios que arranque  todo lo impuro que hay en nuestra vida, para que seamos una fuente de alabanza a Su nombre. Que nuestra vida armonice con la de Dios. Que no haya nada que pueda estorbar la comunión con el Espíritu Santo.
Dios quiere quitar toda la ira, todo el enojo, toda la ansiedad porque Él quiere usarnos, quiere que nosotros seamos un vaso limpio para que lo honremos y para que lo alabemos.

El Espíritu Santo quiere traer claridad a nosotros para que podamos ver aquellas cosas que se han acumulado en nuestras vidas y que a Él no le agradan. Dios quiere vaciar y limpiar nuestro corazón. Él quiere poner en nuestras vidas Su gloria y sacar las cosas humanas. El quiere realmente restaurarnos y limpiarnos para ser vasos limpios que reflejen Su gloria y Su poder.

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