¿Por qué oramos tan poco?
Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Mateo 26: 41Es muy elevado el precio que tienen que pagar los cristianos que descuidan la oración. Un famoso evangelista cometió un grave pecado. Los medios lo publicaron y el escándalo fue muy grande. Cuando le preguntaron cuál había sido la razón, contestó: «Todo comenzó cuando descuidé mi vida de oración». Es natural. Nadie puede vivir la vida cristiana sin oración constante. La razón la sabemos con mucha claridad. La oración es el aliento del alma, la vida del espíritu. El cristiano que no ora está muerto espirítualmente. Y una persona que está muerta espíritualmente tiene una enorme capacidad para deshonrar a Dios y para deshonrarse a sí misma.
Lo sabemos, pero conviene repetirlo otra vez: «Dios y los ángeles se asombran por la falta de interés que muestran muchos cristianos en la oración». SiJesús, cuando estuvo en la tierra, pasaba noches enteras en oración, ¿no debiéramos hacerlo nosotros con más razón? Qué significativas suenan estas palabras: «En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios» (Luc. 6: 12]. ¿Por qué pasó ía noche orando? Porque sentía su profunda necesidad. Si no hubiera orado como lo hizo, no habría podido vivir como vivió. Lo mismo necesitamos hacer nosotros. No pasarnos de rodillas las noches enteras, sino «viviendo en oración». Como si cada respiración fuera una oración elevada a Dios.
Cuando la oración no es esencial en nuestra vida, perdemos la preciosa oportunidad de pasar tiempo a solas con el Señor. Y los que fallan, experimentan un vacío en el corazón, acompañado por un extraño sentimiento de intranquilidad e inseguridad. En cambio, cuando vivimos una vida de oración, el peso de las cargas se quita de nuestros hombros por la mano poderosa del Dios altísimo. Si la oración es tan vital como el aire que respiramos, si la oración es considerada el aliento del alma, ¿por qué oramos tan poco?
¿Cuál es la solución para este grave problema? Está en darle una alta prioridad al compañerismo y a la comunión con Dios. Si has permitido que algo se interponga entre tu Padre celestial y tú, si has permitido que algún pecado destruya tu vida de oración, confiésalo hoy. Cuando revitalices tu vida de oración, que es la clave de toda victoria y la antesala de toda vida cristiana poderosa, experimentarás de nuevo las bendiciones espirituales y tu vida cristiana será saludable. Decide hoy renovar tu vida de oración.
Incrementa tu nivel de oración
Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento para que sepáis cuál es la esperanza a que os ha llamado y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos. Efesios 1:18
Uno de los servicios religiosos de la iglesia con menos asistencia es el culto de oración de los miércoles por la noche. Tan grave es el asunto que algunas iglesias han decidido suspender las reuniones de oración. ¿Por qué? ¿Por qué no tienen interés los miembros en asistir a una de las reuniones más importantes que celebra la iglesia? ¿Por qué a una actividad social, un paseo, un concierto, y muchas otras actividades recreativas asisten más personas que a la reunión de oración? Creo que para todo cristiano esto es motivo de seria preocupación.
Es posible que la causa sea que la reunión es, muchas veces, aburrida. Otros sienten que es agotador estar escuchando testimonios y oraciones que no son más que una simple repetición de asuntos triviales y comunes. Otros dicen que no asisten porque no pueden soportar escuchar oraciones desgarradoras en las que se pide por niños enfermos, por personas con enfermedades terminales, por matrimonios al borde del divorcio y problemas financieros.
¿No habrá otra causa más profunda que estas excusas? ¿Por qué para David era «mejor un día en tus atrios que mil fuera de ellos» (Sal. 84: 10)? ¿No hablará eso de una feligresía que no ama a Dios ni a su iglesia tanto como debiera? ¿No será algo peor que eso? Como dijimos, esto debe ser causa de las más serias reflexiones para los cristianos. Para cambiar esta actitud, cada miembro debiera detenerse para reflexionar en el propósito de la reunión de oración, así como en los principios de la oración.
En el primer capítulo de la carta a la iglesia en Éfeso, el apóstol San Pablo proporciona un maravilloso punto de inicio. Él nos recuerda que la motivación de la oración es la comunicación con Aquel que está en el centro de control de todas las cosas. En Efesios 1:18 afirma: «Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento para que sepáis cuál es la esperanza a que os ha llamado y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos». Aunque en la oración presentamos nuestras pruebas y necesidades a Dios, nunca debemos olvidar expresar gozo, alabanza y júbilo en nuestras oraciones. La próxima vez que participes en un grupo de oración, hazlo con un corazón que tiene el propósito de rendir honor al Dios Todopoderoso. Entonces tu oración será, más que una serie de peticiones, un verdadero recuento de las abundantes bendiciones que has recibido de tu Padre celestial.
Marzo, 10 2009
¡El Dios al que yo sirvo esta aquí!
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Oramos por ti.