UNA COMBINACION FRUCTIFERA

Una combinación fructífera

Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. Santiago 1: 6Imagínate los miles de millones de oraciones que llegan al trono de la gracia diariamente: oraciones para recobrar la salud, para resolver problemas financieros, para obtener liberación de la esclavitud de las drogas, y muchas otras más.
En medio de tantas peticiones que se elevan al trono de la gracia, ¿qué ocurre con las súplicas que tú presentas delante de Dios? ¿Crees que Dios las escucha? ¿Tienes la fe suficiente para creer que Dios te responderá? La fe combinada con la oración es una combinación de éxito.
La Biblia dice que si nosotros queremos recibir respuesta a nuestras oraciones, hay dos cosas que debemos hacer:
Primero, creer que recibiremos lo que pedimos, tener fe, plena convicción de que habrá respuesta, que las cosas se darán, que la enfermedad desaparecerá, que los problemas económicos se resolverán, que el esposo esperado llegará, que el hijo anhelado nacerá.
En segundo lugar, no dudar; creer firmemente sin vacilar, aunque la respuesta se demore; perseverar en la oración, aunque el tiempo transcurra; no te desesperes, mantente a la expectativa todo el tiempo.
El concepto de la fe en la oración confunde a veces a los nuevos creyentes; pero a veces también a los cristianos más maduros. El versículo para la meditación de hoy aclara el asunto. Santiago aconseja orar al Señor con un corazón indiviso: «Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra» (Sant. 1: 6).
La clave está en orar con una confianza plena que no vacila, una confianza que no se mueve entre el sí el no de la incertidumbre, entre el creer y el dudar. Nos dice que cuando oramos sin dudar, recibiremos lo que pedimos; siempre de acuerdo con el amor, la justicia y la sabiduría de Dios. No siempre recibimos exactamente lo que pedimos, pero siempre recibimos la ayuda para salir adelante en todas las luchas de la vida. Nuestra responsabilidad consiste en eliminar toda duda de nuestra mente. La duda surge cuando consideramos que nuestros problemas son más grandes que el poder de Dios. La duda surge cuando nuestra relación con
la Palabra de Dios es débil. Y también por alguna debilidad particular. Quizá tengamos que orar: «Creo, ayuda mi incredulidad» (Mar. 9:24).
Cree hoy que Dios contestará tus oraciones, aunque sea de una manera diferente a como lo has pedido.Tienes que ir a SamariaLa mujer samaritana le dijo: « ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana?» Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. Juan 4: 9Samaría es, simbólicamente, el lugar donde están aquellos que no podemos soportar. Es la capital de todos nuestros prejuicios. “Samaritanos” son todos aquellos que son diferentes, los que no son nuestros preferidos, los que no nos gustan, los que no son como nosotros. Son los insoportables, los contrarios a nuestra cultura.
Galilea está al norte de Judea. La distancia entre esos dos lugares no es grande, pero entre ellos está Samaria. El viaje de Galilea a Jerusalén es corto si se pasa por Samaria. Pero muchos judíos de los días de Jesús hacían el viaje por la ruta del Jordán. Recorrían un camino largo y difícil porque no querían pasar por Samaria.
Juan dice que a Jesús «le era necesario pasar por Samaria». ¿Por qué, si los judíos no se trataban con los samaritanos, si no se relacionaban con ellos, si no los aceptaban ni los soportaban? Porque una fuerza mayor que el prejuicio, el amor de Dios, impulsaba el corazón de Jesús. El Maestro encontró a una mujer en el pozo de Jacob en Sicar, y le pidió que le diera un poco de agua para beber. La mujer se sorprendió por la petición de Jesús, pero entabló una conversación con él.
Aquella mujer de Samaria había estado casada ya con varios hombres, y el que convivía con ella cuando se encontró con Jesús no era su esposo. Sin embargo, cuando comprendió el significado del agua de la vida que Jesús le ofrecía, la aceptó, la bebió y recibió la vida eterna. Los samaritanos invitaron a Jesús y a sus discípulos a quedarse. Estos permanecieron allí dos días, enseñándoles y conviviendo con ellos como amigos.
¿Estás atrapado en las cadenas del prejuicio? Recuerda que Jesús ama a todas las personas. Él ama a todos los seres humanos. No tiene color, raza o grupo socioeconómico favorito. Sal de tu zona de confort. Vete a encontrarte con esa persona que no te gusta, pero que necesita a Jesús. Vete donde está. La samaritana acudió al pozo por agua, como todos los días, pero Jesús viajó desde Jerusalén para encontrarse con ella.
El mandato de amar a toda la humanidad se obedece cuando amamos a un solo ser humano. Si deseas dar vida a un mundo agonizante, vete a la orilla del pozo y espera. Hay muchas cisternas rotas donde los perdidos procuran beber ansiosamente. Vete allí y encuéntrate con ellos. Verás cómo fluye el agua de la vida.Dios te bendiga; es mi deseo y oración,Marzo, 26 2009¡El Dios al que yo sirvo esta aquí!Si tienes un pedido de oración envíalo a cieloestrellaazul@hotmail.com Oramos  por ti.  

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