El enemigo se acabó
Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.
S. Juan 12:31
Al pronunciar las palabras del versículo de hoy, Jesús estaba mirando hacialos últimos momentos de su sacrificio en la Tierra. Estaba mirando específicamente hacia su muerte. Su muerte en el Calvario sería la estocada final que recibiría el enemigo. Sería el cumplimiento de Génesis 3:15: “Ésta te herirá en la cabeza, y tú la herirás en el calcañar”.
A partir del Calvario el enemigo quedó con las horas contadas, viviendo los momentos desesperantes de la agonía.
En cierta ocasión, mientras predicaba sobre este tema, una mujer, poseída por el demonio y gritando espantosamente, lanzó un enorme banco contra mí y se acercó amenazadoramente, mientras arrojaba espuma por la boca y sus ojos enrojecidos parecían soltar dardos envenenados. Esa escena fue para la iglesia la mayor evidencia de que el enemigo está completamente derrotado y ya no tiene poder.
Cristo lo derrotó en el desierto, en el Calvario, en la tumba, y hoy quiere derrotarlo en nuestro corazón; pero sólo podrá hacerlo con nuestro consentimiento. A veces encuentro a personas atadas a cadenas de vicios, hábitos que destruyen la vida, sentimientos negativos y pensamientos impuros.
Son personas sinceras que luchan para salir del pozo de la impotencia en que se encuentran. Muchos ya fueron de un lado para el otro tratando de encontrar una salida, y finalmente, cansados de luchar, se entregaron al conformismo y al abandono total.
El versículo de hoy afirma: “Ahora el príncipe de este mundo será echado fuera”. Esta no es una promesa. Es la descripción de un hecho. El enemigo está condenado. Su estrategia para engañar al mundo fue desenmascarada ante el universo. Las acusaciones que hacía contra Dios se perdieron en el vacío de la incoherencia de una vida egoísta.
En la cruz reveló toda su perversidad; arrojó sobre Jesús todo el veneno del orgullo, el resentimiento y la rabia.
Pero fue derrotado, y “ahora el príncipe de este mundo será echado fuera”.
¿Tiene alguien derecho a decir: “No puedo, estoy derrotado, ya me cansé de luchar”? Sal esta mañana a tus actividades para un día de victoria. Ábrele el corazón a Jesús y dile: “Señor, opera tus grandes obras de victoria en mi vida”. Déjalo entrar en tu corazón por medio de su Santo Espíritu, y prepárate para las sorpresas que Dios tiene reservadas para ti.