¿Demasiado viejo?
Cuando Dios le prometió a Abraham y a su esposa Sara que tendrían un hijo, Abraham se rió con incredulidad y respondió: «¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir?» (Génesis 17:17).
Más tarde, Sara se rió por la misma razón: «¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo?» (18:12).
Nosotros también envejecemos y nos preguntamos si el Señor puede cumplir las promesas que nos hizo. Ya no tenemos prominencia ni status. Nuestras mentes ya no son tan ágiles como una vez lo fueron. Nos vemos obstaculizados por problemas físicos que limitan nuestra movilidad y nos mantienen cerca de casa. Cada día parecemos perder más de las cosas que nos hemos pasado adquiriendo toda la vida. Robert Frost resalta algo que algunas veces nos preguntamos: «La pregunta… es qué podemos sacar de algo que disminuye».
No mucho, si se nos deja por nuestra cuenta. Pero Dios puede hacer más con nosotros de lo que podemos imaginar. Él nos pregunta, así como le preguntó a Sara. «¿Hay para Dios alguna cosa difícil?» (18:14). ¡Por supuesto que no!
Nunca estamos demasiado viejos para ser útiles si nos ponemos a disposición de Dios para Sus propósitos.
Gracias por la oportunidad, es cierto, Dios siempre está Dispuesto a involucrarse en con nosotros, así lo demostró en el pasaje que se comento anteriormente, pero le agrego lo siguiente, muchas de las grandes obras diseñadas por Dios fueron realizadas por personas mayores, y eso sucede que al madurar se van dejando de lado algunas facilidades fisicas y nos concentramos mas en la parte espiritual.
Ahora, si nos encontramos en edad adulta o pre adulto, es importante considerar que puede hacer Dios con nosotros para cuando lleguemos a esas edades, debemos diseñar una relación con Dios que nos permita servir y vivir un ocaso con la mejor plenitud espiritual.
El Señor les guarde
Atte,
Sergio Zeledón
Cartago, Costa Rica