Tumbas blanqueadas

LEA:  Mateo 23:1-15
Vosotros… dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. —Mateo 23:23
Al estudiar la vida de Jesús, un hecho me sorprende de manera constante: el grupo que más molestó a Jesús fue aquel al que Él se parecía en apariencia. Jesús obedecía la ley mosaica y citaba a guías fariseos (Marcos 9:11-12; 12:28-34). Pero criticaba a los fariseos de manera particular y eran objeto de Sus ataques más fuertes. Les llamó serpientes, generación de víboras, insensatos e hipócritas (Mateo 23:13-33).

¿Por qué? Los fariseos dedicaban sus vidas a seguir a Dios, daban un diezmo exacto (v.23), obedecían toda la ley y enviaban misioneros para ganar nuevos conversos (v.15). Se mantenían firmes a los valores tradicionales, en contra del relativismo y secularismo del siglo I.

Pero las feroces denuncias que Jesús hacía de los fariseos muestran cuán grave Le parecía la tóxica amenaza del legalismo. Sus peligros son elusivos, escurridizos, difíciles de precisar. Creo que siguen siendo una gran amenaza hoy.

Jesús condenó el énfasis en los aspectos externos: «Limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia» (v.25). Las expresiones de amor por Dios se habían convertido en formas de impresionar a los demás.

La prueba de madurez espiritual no es cuán «puros» somos sino la conciencia que tenemos de nuestra impureza. Esa misma conciencia es la que abre la puerta a la gracia de Dios.

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